Cuando hablamos de comercio, muchas personas asocian inmediatamente dicha actividad con la comercialización de los productos básicos, con el fin de obtener beneficios. Para muchos, el interés en incrementar los precios en beneficio propio, es apenas una postura natural de cualquier sujeto interesado en vender. Con todo, a pesar de la opinión, vemos que la mentalidad volteada hacia el lucro no siempre fue una regla del negocio sino posteriormente incipiente del acelerado desarrollo del capitalismo.
En la Edad Media, muchos comerciantes consideraban la búsqueda del beneficio por el beneficio como una actividad reprobable. Al lado de la usura (el cobro de intereses), la obtención del lucro era enfrentada como acción pecaminosa por muchos burgueses de la Baja Edad Media. No siendo infrecuente, los gremios pidieron la fijación de precios a través de la suma específica entre el valor de la materia prima y el coste de la mano de obra empleada.
En los días modernos, esa postura puede ser representada por la expresión ‘vale cuanto pesa’. Muchos imaginan que ese término haya sido popularizado en ambientes en que el comercio haya sido históricamente desarrollado. Ciertamente, muchos vendedores recurren al mismo para tasar sus productos. Mientras, los interesados por el pasado de nuestra lengua ofrecen especulaciones bien distantes de esas hipótesis.
Una primera explicación de origen europeo dice que durante la Edad Media, los escandinavos estaban acostumbrados a cobrar una indemnización a las personas que cometían asesinatos. Para que el precio de la pena fuese estipulado, ellos tenían la extraña costumbre de tasar los valores en base al peso de la persona muerta. De tal modo, la indemnización dejada a la familia del fallecido era directamente proporcional al peso de la persona muerta.
Nadie sabe a ciencia cierta si la expresión se popularizó primeramente por Europa para solamente después llegar al continente americano. Sin embargo, en os tiempos de esclavitud en territorio colonial era común que el valor de la persona negra fuese definido a partir de su edad y de su peso. Dependiendo de los valores, la capacidad física del esclavo sería mayor. Lógicamente cuanta más fuerza tuviera, el esclavo sería vendido por un valor superior.
En la actualidad contemplamos que el peso todavía determina el valor de varios productos encontrados en ferias, supermercados, emporios y otros establecimientos comerciales. Materias primas como el oro son basadas en este criterio. Al mismo tiempo, la acción de los medios de comunicación y de otros factores de orden sociocultural lleva a millares de personas a pagar un alto precio por un objeto que ofrece determinada posición social pero que no ‘vale cuanto pesa’.