En la segunda mitad del siglo XIX, la península itálica se dividió en varios reinos, que eran Estados independientes. Algunos de estos reinos estaban gobernados de forma autoritaria por familias reales de Austria y Francia.
En este contexto, no había ninguna unificación de leyes, moneda, idioma y sistema político. Por lo tanto, todavía no observamos en Italia un poder centralizado.
Causas de la unificación
La región norte de la península apenina, especialmente el Reino de Piamonte-Cerdeña, fue mucho más desarrollada que en el centro y el sur. Interesaba a la nobleza y, principalmente a la burguesía industrial, que sucediera la unificación, pues así aumentaría el mercado consumidor, además de facilitar el comercio con la unificación de patrones, impuestos y moneda.
Por lo tanto, el movimiento de unificación tuvo inicio y fue conducido por el Reino de Piamonte-Cerdeña.
Proceso y guerras de unificación
El proceso de unificación italiana no fue pacífico. El Imperio Austro-Húngaro no quiso ceder los reinos controlados por las familias reales austríacas.
En 1859, con el apoyo de los movimientos populares, dirigidos por Giuseppe Garibaldi y las tropas francesas, los piamonteses entraron en guerra contra Austria-Hungría. Victoriosos, los piamonteses conquistaron el Reino de Lombardía. Fue el primer paso hacia la unificación.
Al año siguiente, con el apoyo de los movimientos populares, se produjo la anexión a los reinos papales de Parma, Modena, Romaña y Toscana.
Todavía en 1860, las tropas piamontesas y los ‘camisas rojas’, liderados por Garibaldi, incorporan el Reino de las Dos Sicilias (sur de Italia).
En 1861, los Estados Pontificios (gobernados por la Iglesia católica) fueron anexados a la Alta Italia. Así fue formado el Reino de Italia que tuvo como primer rey Víctor Emmanuel II.
En 1866, los italianos, con el apoyo de Prusia anexaron el Reino de Venecia, que hasta entonces era gobernado por los austriacos.
Faltaba por unir Roma, que era capital del Estado de la Iglesia católica. En esta época, Roma era altamente protegida por militares franceses. No obstante, en 1870, Francia entró en guerra contra Prusia, siendo que las tropas francesas instaladas en Roma fueron convocadas para la guerra. Sin la protección militar francesa, los italianos conquistaron la ciudad, transformándola en la capital de Italia, que tuvo su unificación concluida.
La cuestión romana
La Iglesia Católica reconoce sólo el Estado italiano en 1929, a través del Tratado de Letrán. Este acuerdo fue firmado entre Benito Mussolini (dictador italiano) y el Papa Pio IX. La Iglesia católica reconocería el Estado de Italia a cambio de la creación del Estado del Vaticano y de la recepción de compensación por las pérdidas relativas a la anexión territorial de regiones católicas en el proceso de unificación.