Después de la caída de Napoleón, la reorganización de las monarquías europeas condujo a la formación de la Confederación Alemana. Esta confederación consistió en una región formada por 38 estados independientes comprometidos con la defensa de la soberanía de las monarquías de los estados participantes. Dentro de este grupo de las monarquías de Austria y Prusia se destacan como los países más influyentes de la Confederación.
Por un lado, Austria tuvo su desarrollo económico sostenible para el sector agrícola. Por otro lado, Prusia veía en el proceso de unificación política de los Estados Confederados un paso importante para el desarrollo económico en esa región. A hacer valer sus intereses, Prusia creó una zona aduanera llamada Zollverein, que suprimió los derechos de aduana entre la monarquía durante el acuerdo.
No relacionados con el proceso de industrialización y unificación, Austria fue excluida del acuerdo. Con el prestigioso puesto de primer ministro de Prusia, el canciller Otto von Bismarck tuvo la misión de promover el proceso de la unificación alemana. En 1864 entró en guerra contra Dinamarca y los territorios conquistados fueron perdidos durante el Congreso de Viena.
En el año 1866, Bismarck entró en conflicto con Austria y, durante la Guerra de las Siete Semanas, logró dar un paso importante hacia la unificación con la creación de la Confederación Alemana del Norte. Con él, Prusia comenzó a tener una mayor influencia política entre los estados alemanes, aislando a Austria. Con el estallido de fricciones políticas entre Francia y Prusia, el gobierno de Bismarck tenía en la mano el último movimiento que consolidó el triunfo de la unificación.
Con la victoria en la guerra franco-prusiana en 1870, Prusia fue capaz de unificar Alemania. El rey Guillermo I fue coronado como kaiser (emperador) de Alemania y considerado el líder del Segundo Reich alemán. Ganando la guerra en las mismas regiones de Alsacia y Lorena, los productores de mineral rico, el imperio alemán vivió el ascenso rápido de su economía.
El proceso de unificación de Alemania, junto con el italiano, simbolizaba un período de intensificación de las disputas entre las economías europeas. Desde la creación de estas nuevas potencias económicas, se observó una tensión generada por las disputas imperialistas responsables del montaje del delicado escenario preparatorio de la Primera y de la Segunda Guerra Mundial.
