La última autoridad canónica para todos los hindúes son los cuatro Veda. Entre ellos el más antiguo es el Rig-Veda, escrito en una de las formas más antiguas de la lengua sánscrita del noroeste de la India. Este texto fue escrito entre el 1300 y el 1000 a.C. y está formado por 1.028 himnos dedicados a un panteón de dioses; ha sido memorizado sílaba por sílaba, conservándose así hasta la actualidad. Al Rig-Veda le fueron agregados otros dos Veda, el Yajur-Veda (el libro del sacrificio) y el Sama-Veda (contiene los himnos). El cuarto libro, el Atharva-Veda (una recopilación de hechizos mágicos), es probable que fuera incluido alrededor del 900 a.C. De aquella fase datan igualmente los Brahmana, extensas escrituras escritas en sánscrito donde se exhiben los rituales que practican los sacerdotes y todos los mitos que los sustentan. Alrededor del 600 a.C. se compusieron los Upanisad, que consisten en meditaciones espiritual-filosóficas con relación al sentido y a la naturaleza del Universo.
Los Veda (dentro de los que se incluyen los Brahmana y los Upanisad) son considerados las normas expuestas (shruti, ‘lo que ha sido oído de los dioses’), y no pueden ser cambiados ni siquiera en una sílaba. Pero, la mayoría de los hindúes desconoce en la actualidad el contenido de estas normas. El compendio más práctico del hinduismo, y que por consiguiente es muy empleado, está contenido en el Smriti (‘lo que se recuerda’), resumen que igualmente se difunde en forma oral. No existen prohibiciones con relación a improvisar ciertas variaciones, modificar algunos nombres o sugerir representaciones del Smriti. En él se encuentran las dos obras épicas sánscritas más relevantes (el Mahabharata y el Ramayana) y los Purana escritos en sánscrito, entre los que se incluyen los 18 grandes Purana y varias docenas de Purana de menor relevancia. Igualmente contiene los numerosos Dharmasastras y Dharmasutras (tratados sobre la ley sagrada), de los que sobresale uno, que habría sido escrito por el sabio Manu, que se cita con mayor frecuencia.
Las dos obras épicas están construidas en torno a una historia central. El Mahabharata expresa el conflicto bélico civil entre los pandavas (liderados por Krishna) y los kauravas. El Ramayana cuenta el viaje que hizo Rama para salvar a su cónyuge Sita que había sido raptada por el demonio Ravana. Las historias están adornadas por relatos de otras naturalezas y disertaciones de filosofía, leyes, geografía, ciencias políticas y ciencia astronómica, por lo que el Mahabharata (que está formado por unas 200.000 líneas escritas) constituye una completa enciclopedia o rica colección literaria, y el Ramayana (con más de 50.000 líneas escritas) le sigue en relevancia. A pesar de que no es posible datarlos, lo más probable es que los capítulos centrales del Mahabharata y del Ramayana fueran escritos entre el 300 a.C. y el 300 d.C. Pero, ambos fueron ampliados, incluso tras la edad media, periodo en que se tradujeron a las lenguas indias más comunes (como el tamil y el hindi).
Los Purana fueron escritos tras las obras épicas, y muchos de ellos son tan sólo prolongaciones de los asuntos tratados en aquéllas (por ejemplo, en el Bhagavata-Purana se describe la niñez de Krishna, un tema que no había sido desarrollado en el Mahabharata). Entre los Purana igualmente se incluyen mitos secundarios, himnos de ensalzamiento, filosofía, iconografía y rituales. La mayoría de ellos son de naturaleza sectaria; esto es, están dedicados al culto de una deidad en específico: los más relevantes (y algunos secundarios) a Siva, Visnú o Devi, y muchos de los secundarios a Ganesha, Skanda o el Sol. Asimismo todos contienen material que no es sectario, escritos cuyo naturaleza quizás sea más antiguo, como las ‘cinco señales’ o temas (panchalakshana) de los Purana: la producción del Universo, la destrucción y reproducción del Universo, las dinastías de los dioses lunares y solares, la genealogía de los dioses y de los sabios santos, y las edades de los padres creadores de la humanidad (los Manus).