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Hechos curiosos sobre las tarjetas de crédito

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Hechos curiosos sobre las tarjetas de crédito

Las tarjetas de crédito son a menudo la salvación de mucha gente para su día a día en las transacciones cotidianas, pero también pueden causar un gran dolor de cabeza en los consumidores menos atentos. Los intereses en general son muy altos y el crédito nada más que es un préstamo que el banco proporciona cada mes y el cual está deseoso de que dejes de pagar, porque es exactamente con esa deuda con la que ellos se benefician.

Veamos ahora 8 increíbles hechos sobre ese ‘dinero de plástico’ que probablemente no sabías.

La deuda pública y Papá Estado, ¿qué es y a mí qué me importa?

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Deuda estado

El concepto de la deuda pública se relaciona con el concepto de déficit presupuestario. Es en parte debido a los déficits presupuestarios que hay deuda pública.

Imagina el caso de un Estado que, en un año dado, gastase 150 unidades monetarias, pero tiene sólo 100 unidades en impuestos. Hechas las cuentas, al final del ejercicio existe un déficit de 50 unidades que alguien tendrá que pagar.

Como no tiene los suficientes ingresos, el Estado recurre al crédito mediante la emisión de bonos de la deuda señalados como obligaciones de deuda pública. En la práctica, lo que hace el Estado es pedir prestado dinero a cambio del pago de una tasa de interés periódico hasta el vencimiento del préstamo, que devolverá el dinero prestado. Es una mecánica distinta de créditos concedidos a los individuos, pero refleja la misma: una deuda. Salvo que en este caso es pública porque fue el Estado que la contrajo. En la práctica, se puede decir que la deuda pública es todo el dinero que el Estado le debe a otros (terceros).

No es necesariamente algo malo que el Estado tenga deudas, porque cualquiera puede tenerlas en un ambiente de capitalismo globalizado. El crédito es una fuente de crecimiento económico si se administra con prudencia. De lo contrario, el resultado es bien diferente y podríamos llegar a los niveles de una película de Michael Bay. Para financiar el déficit, el Estado emite deuda a 10 años por ejemplo y hasta entonces pagará apenas intereses, similar a un ser humano corriente pidiendo dinero en un banco (y que éste por fortuna se lo ofrezca). Sin embargo, en un país ya endeudado y con débil crecimiento económico, los encargos con intereses pueden comprometer el crecimiento de la economía y el pago real de la deuda a los plazos establecidos. En otras palabras llanas, pan para hoy, hambre para mañana.

Cuando se verifica que la deuda de un país alcanza picos alarmantes a lo largo de los años, en especial debido a déficit de presupuesto sistemáticos, y con una economía de leve o nulo crecimiento, los inversores de ese país se plantean incertidumbre (se acojonan más bien). Así, muchos pueden dejar de prestar dinero (sabiendo que es mal pagador, como con un amigo que nunca paga sus cuentas) y otros pasarán a exigir tasas de intereses incomportables de mal pagador, con recelo de que ese país no genere rendimiento para pagar la deuda. En esta tesitura económica, el país se ve empujado a pedir ayuda financiera para evitar la bancarrota, y algún que otro estallido social puertas para dentro.

El valor de la deuda pública es medido en base porcentual del PIB (Producto Interno Bruto). Pero de eso hablaremos en otra ocasión.