Hablar del tartamudeo o disfluencia en el habla sin mencionar los sentimientos que le son asociados es olvidar una parte importante del problema. La persona que tartamudea tiene frecuentemente sentimientos de inferioridad y siente un gran rubor, miedo y frustración por no conseguir transmitir claramente aquello que le gustaría. Este hecho no puede nunca ser olvidado en contexto escolar, una vez que, el tartamudeo es sobre todo doloroso cuando sucede en contextos sociales. Como los niños que tartamudean sienten muchas veces vergüenza de su expresión oral, son muy sensibles a las provocaciones. Ese hecho debe ser tenido en cuenta por el profesor, que debe tratar las burlas dirigidas al tartamudeo como un problema específica de aquel alumno, pero incluyéndolas en las discusiones sobre provocaciones en general. Las mofas deben ser siempre manejadas antes de que el niño se convierta en víctima de una humillación con daños psicológicos.
Además es esencial seguir algunas reglas en el sentido de facilitar la tarea comunicacional de los niños tartamudos, una vez que estos dependen de más tiempo para expresar sus ideas. Hablar despacio es una de esas reglas. Al hablar despacio el adulto va a transmitir al niño que hay tiempo para comunicar. Cuando se tiene que cuestionar a un niño muy disfluente es muy importante ponderar bien el tiempo de cuestión que se realiza. Si es posible se debe tratar de darle alternativas de respuesta. Además, cuando se realizan cuestiones en la clase, el niño con tartamudez debe ser de los primeros en ser preguntado, evitando así la creciente ansiedad y, en consecuencia, la reducción en el tartamudeo.
Situaciones que provocan una mayor tensión o dolor causan, por lo general, el aumento de la disfluencia. Por lo tanto, es esencial dar al niño una retroalimentación verbal que le ayudará a sentirse entendido. Sus capacidades de expresión facilitarán igualmente una respuesta.
Hay algunas situaciones que facilitan la fluidez, como cantar, contar, recitar poesía o rimas. Siempre que sea posible el niño debe estar involucrado en estas actividades, pues ayudarán a fortalecer su autoestima y confianza en sí mismo.
Además de todo lo que se ha dicho también es muy importante que el maestro siempre mantenga contacto visual con el niño y nunca intente terminar una frase por él, ya que, al hacerlo, contribuirá a reducir la confianza en sí mismo y aumentará la frustración del niño, especialmente si usa palabras diferentes de las que tenía intención de utilizar, negando así la expresión propia del individuo.
La lectura es otra área sensible, puesto que puede ser una fuente de gran frustración para el niño. Para ayudar a superar esta dificultad pueden ser utilizadas diferentes estrategias, tales como lectura al unísono con otro niño, fomentar la lectura con una velocidad lenta, gradualmente trabajar lectura hecha para la clase, es decir, leer primero solo por el maestro u otros adultos y luego por pequeños grupos. El niño puede leer posteriormente a un grupo cuando se sienta preparado.
Si estas sugerencias son tomadas en cuenta, el tartamudeo puede ser una situación no perturbadora ni excesivamente vergonzosa para los niños.