Es a través de los alimentos que nuestro cuerpo obtiene las sustancias que necesita para desarrollarse, mantenerse y repararse. Estas sustancias tienen el nombre general de nutrientes y son agua, fibra, carbohidratos, lípidos, minerales, proteínas y vitaminas. Cada nutriente tiene un papel en el propio cuerpo y no debe ser reemplazado por otros nutrientes.
Los diferentes nutrientes son necesarios en ciertas cantidades, que pueden variar de persona a persona, dependiendo, en particular, del sexo, edad, clima y actividad. La adición de las cantidades necesarias no trae cualquier ventaja, pudiendo incluso este incremento desencadenar situaciones que perjudiquen el estado de salud.
Sólo como ejemplo, cabe señalar que el exceso de calcio promueve la calcificación excesiva de los huesos que los hace más frágiles; el exceso de proteínas promueve el aumento de este nutriente en la sangre, lo cual implica un mayor esfuerzo de los riñones para eliminar sustancias, con el agravante de causar cálculos renales.
Por lo tanto se asume que un organismo funcione tanto mejor como más adecuado sea el suministro de los diversos nutrientes y así se tiene como principio que una alimentación racional satisface las necesidades del organismo en todas las sustancias que él necesita y en las cantidades deseables. Si este es el principio, ¿dónde caben los suplementos, sean de la naturaleza que sean?
Los suplementos son tan importantes y necesarios en diversas situaciones que proveer – a través de alimentos – las cantidades diarias necesarias de un determinado nutriente desequilibraría la dieta alimentaria. Naturalmente, esos casos son derivados de situaciones anómalas o excepcionales, como:
- Deficiencias metabólicas.
- Carencia endémica.
- Posoperatorios.
- Embarazo.
- Primeros meses de vida.
Así se desprende que sólo es necesario usar suplementos de uno o más nutrientes cuando por razones bien específicas, que pueden ser de diferente orden, la alimentación racional no consigue asegurar todas las necesidades del organismo.
Hay especialistas que defienden que situaciones de estrés implican un aumento de determinados nutrientes, por lo que podría ser necesario el uso de nutrientes para atender a ese aumento. Como no todos los especialistas coinciden en este punto, conviene recordar que el aumento del suministro de nutrientes, sea o no a través de nutrientes, ‘con la esperanza de que la mayor cantidad corresponda a mejor capacidad’, es un error.
Sea cual sea el objetivo a ser alcanzado, estudio, forma física, belleza, hay, con seguridad, estrategias más adecuadas y más eficaces que el uso de suplementos nutricionales, que pueden relucir, pero no son oro.