La memoria es la capacidad de almacenar información de modo que los datos puedan ser recuperados cuando buscamos recordarlos. Se produce por la formación de las conexiones de las neuronas o células nerviosas en el cerebro. Estas conexiones están conectadas por puntos llamados sinapsis.
Cuando captamos informaciones a través de los órganos visuales ellas son encaminadas para diferentes partes del córtex visual. El córtex frontal recibe informaciones operacionales tanto a corto plazo como las de uso inmediato. Tales informaciones son reenviadas para el hipocampo que es responsable por el almacenamiento a largo plazo y que utiliza factores emocionales vinculados a tales informaciones para que puedan ser reactivadas cuando sean requeridas.
Los factores emocionales que ayudan en el proceso de memorización consisten en conexiones neuronales en la amígdala, lo que permite una acción rápida. En el cerebelo y los ganglios basales son memorizados hábitos inconscientes y habilidades como montar en bicicleta, conducir, entre otros.
A través de enfermedades neurológicas, trastornos psicológicos, problemas metabólicos, envenenamiento, alcohol, drogas, medicamentos, tabaco y cafeína se puede comprometer el proceso de memorización. De forma natural, la corteza cerebral se va desgastando y reduciendo sus actividades y tales factores pueden acelerar este proceso y hacer la degradación más precoz. Para mejorar e incentivar el buen funcionamiento del córtex se puede utilizar alimentación saludable, buenas noches de sueño, técnicas mentales como ejercicios de relajamiento, asociación de hechos e imágenes, mnemotecnia, hacer lecturas en voz alta, anotar hechos que se consideran importantes, anotar ideas, entre otros.
