La lengua es un órgano móvil importante, formado por diecisiete músculos de tipo estriado esquelético, entremezclados con el tejido adiposo. Está ligada a la epiglotis, el hueso hioides, paladar blando, faringe y laringe, proyectándose para la región localizada próxima a los dientes incisivos inferiores.
Se cubre con una membrana mucosa, ayudando a humedecer la boca y la comida; y también protegen el organismo contra los agentes patógenos. En esta membrana existen proyecciones denominadas papilas, siendo estas esenciales para la señalización de sensaciones gustativas, de textura, viscosidad, temperatura, entre otras, pues poseen receptores para tal. Ejerciendo no apenas funciones relativas a las sensaciones y articulación de palabras, ella también ayuda en la masticación y deglución, al mezclar la saliva con el alimento, presionar el bolo alimenticio contra los dientes, y posteriormente empujar este para la faringe.
La superficie dorsal está delimitada por el surco lingual, dividiéndolo en dos mitades simétricas. En esta región presenta, además de papilas, glándulas y folículos linfáticos.
En la porción inferior de la lengua, un pliegue vertical llamado frenillo lingual, conecta esta región a la boca. Cuando esta se presenta de manera muy corta puede provocar problemas en el habla. Esta condición congénita, denominadas anquiloglosia es conocida popularmente como lengua anclada y tiene una incidencia entre el 3% y el 11% sobre los infantes en todo el mundo.