El perfume, muy utilizado para asegurar un olor duradero y agradable, es una mezcla de sustancias, tales como aceites esenciales aromáticos, alcohol y agua. Los aceites esenciales se extraen de flores, plantas y hierbas a través del proceso de destilación. También se utilizan compuestos químicos aromáticos.
El término perfume procede del latín perfumum que significa a través del humo. Los pueblos primitivos utilizaron el humo para conocer los perfumes ventilados por los bosques.
El perfume viene en fragancias de varios tipos, tales como florales, orientales, dulces y frutales. Las fragancias de los florales se componen de flores, que pueden ser de tonos suaves o propios endulzados. Las orientales están hechas con mezcla de vainilla y pachulí (planta de Oriente). Las fragancias dulces mezclan flores, frutas y otras esencias, resultando en un característico aroma dulce. Los frutales pueden ser secos o suaves, siendo extraídos de las frutas, principalmente de los cítricos, aunque puedan contener también otras esencias, como canela.
La elaboración del perfume surgió en Egipto y superó los límites de tiempo y de las pirámides. En el 2000 a.C. los egipcios utilizaron preparaciones aromáticas en ofrenda a los dioses. Ya los primeros maestros perfumistas surgieron en la India y Arabia.
El desarrollo de la perfumería moderna se produjo en Francia desde el siglo XIV. La evolución de las fragancias se desarrolla con el curso de la historia y a partir de las interpretaciones humanas en el descubrimiento y selección de olores que pueden revelar la personalidad de una persona e influir en su estado anímico.