El surgimiento de teorías de la Ilustración, según sabemos, formó la base para la mayoría de los argumentos que criticaron la validez de los regímenes europeos absolutistas. A causa de sus justificaciones religiosas y la opresión del poder centralizado, el régimen monárquico fue visto como un gran obstáculo para el desarrollo de una sociedad igualitaria y racional. De esa manera, conseguimos podemos llegar al punto de considerar que los regímenes absolutistas tenían completa aversión a las teorías de la ilustración.
Aunque coherente, esta impresión no refleja acertadamente las diferencias perceptibles en las obras de algunos ilustrados. Voltaire, por ejemplo, a pesar de defender la limitación de competencias cedidas al Estado, no vio con buenos ojos la expansión de las instancias de participación política de la población. Contrariamente a la transformación política radical, prefiere que las monarquías sean reformadas al adoptar principios de orientación sostenidos por la lógica y la razón.
No por coincidencia, esta idea apuntada por el autor francés abrió el camino por el cual diversos monarcas de Europa permitirían la incursión de asesores y ministros influenciados por los ideales de la ilustración. Entre otros cambios, las reformas establecidas por esos funcionarios tenían como propósito modernizar el funcionamiento del Estado, ampliar el número de instituciones de enseñanza y posibilitar el desarrollo de la economía nacional.
Curiosamente, el despotismo ilustrado pareció tomar una decisión puntual sobre las ideas de la Ilustración, lejos de cualquier tipo de medida que amenazase o disminuyera la autoridad del rey en su país. Además, el momento que predicó la expansión de las actividades económicas, el despotismo ilustrado acabó amenizando las tensiones políticas que pudiesen colocarse entre la burguesía y la realeza.
Observando el desarrollo de esta tendencia en Europa, podemos comprender que la penetración de los valores de la ilustración en los gobiernos monárquicos no sucedía de una manera similar. En Francia, la gran potencia real y la irreductibilidad a través de manifestaciones populares crearon el ambiente de tensiones que condujo al desarrollo de la revolución de 1789. Décadas más tarde, las otras monarquías quedaron derrumbadas a través de la inspiración francesa.
Entre los principales gobiernos marcados por el despotismo ilustrado, podemos destacar los monarcas Catarina II de Rusia, Don José I de Portugal (influenciado por el ministro marqués de Pombal), Federico II de Prusia, José II de Austria y Carlos III de España (guiado por los consejos del Ministro Conde de Aranda).
