El sistema locomotor es responsable de las funciones del movimiento, locomoción y desplazamiento de los seres vivos. El conjunto de elementos de huesos, músculos y articulaciones comprende la locomoción de la especie humana.
El sistema esquelético sostiene, protege los órganos internos, almacena iones y minerales y produce células sanguíneas.
El cráneo es la estructura más compleja del esqueleto, incluyendo el neurocráneo, que protege el encéfalo y el branquiocráneo, que forma la cara.
La columna vertebral sustenta el cuerpo y es constituida por 33 vértebras que se alternan con discos intervertebrales permitiendo la flexibilidad al tronco.
Un hueso puede conectar a otro hueso o a otros huesos a través de las articulaciones. Varían en tamaño y forma: largo (con longitud mayor que la anchura y el grueso como el húmero y el fémur), planos (delgados y aplanados, como muchos de los huesos del cráneo y las costillas), cortos (con las tres dimensiones aproximadamente iguales, tales como el carpo y el tarso) e irregulares (como las vértebras).
Los músculos, los tendones y los huesos producen varios tipos de movimiento a través del trabajo que realizan juntos en los puntos donde se encuentran las articulaciones.
Los músculos están constituidos por las fibras musculares, células alargadas de las miofibrillas de las proteínas, responsables de la contracción muscular. Al contraerse, el músculo ocasiona el movimiento del cuerpo o de órganos internos. Los músculos se presentan en tres tipos: estriado esquelético (unido al esqueleto y con contracción voluntaria), liso (encontrado en la pared de los órganos huecos, presenta contracción involuntaria), estriado cardíaco (posee fibras de contracción involuntaria).