Las aves son animales vertebrados con una dieta que varía según la especie. Pájaros herbívoros se alimentan de semillas, frutas, néctar, entre otros productos, mientras que las aves carnívoras comen otros pájaros, pequeños vertebrados y restos de animales (carroña). También hay aves omnívoras, que tienen una alimentación variada, así como los seres humanos.
Por no tener dientes (hecho derivado de una adaptación al vuelo), las aves poseen un sistema digestivo muy peculiar, que cambia conforme a la dieta alimentaria del animal. Todas las especies de aves ingieren su alimento por épico córneo, cuya forma y tamaño también cambiarán según el tipo de alimentación del ave.
En el sistema digestivo de las aves se encuentra una dilatación en el esófago llamada buche o ingluvis, que sirve para almacenar alimento y también para humedecerlo, haciéndolo más suave. Al almacenar los alimentos en la bolsa muscular, el ave tiene la oportunidad de digerirlo en un lugar más seguro.
Poco después del buche, se encuentra un estómago dividido en dos partes, llamadas de proventrículo y molleja. Esas piedritas ingeridas por las aves son equivalentes a los dientes que ellas perderán a lo largo de la evolución. Es importante resaltar que las aves carnívoras poseen un buche poco desarrollado o incluso ausente, mientras su molleja es poco musculosa.
El intestino de las aves se asemeja mucho al de los mamíferos, siendo que en las aves herbívoras el intestino es mucho mayor que en el de las carnívoras. El intestino grueso de esos animales es corto y termina en la cloaca, donde también son dispuestos los conductos del sistema excretor y reproductor.
Algunas estructuras que también son encontradas en las aves son las glándulas salivares (que varían de número y localización, dependiendo de la especie), páncreas e hígado, que liberan sus secreciones en el duodeno del animal a través de conductos.