El Sexenio Revolucionario o Democrático es el período de la historia española transcurrido entre el triunfo de la revolución de septiembre de 1868 hasta diciembre 1874 discurso que marcó el inicio de la etapa conocida como la Restauración.
La actividad política en estos años se compuso de cuatro bloques políticos (unionistas, progresistas, demócratas y republicanos), en cuyo campo de acción también participan del movimiento obrero y la cuestión de Cuba, iniciada en esta época.
El proceso político de los seis años de crisis revolucionaria se puede dividir en tres etapas: Monarquía constitucional, República Federal y República unitaria y presidencialista.
Después de estas tres etapas, la situación política en el país pondría fin a la Restauración borbónica en España.
Las causas de la revolución
España vivió una coyuntura de crisis económica y política en los últimos años del reinado isabelino. Una crisis económica grave en 1866 deterioró el sistema político.
También influyó en la falta de popularidad de la reina Isabel al rodearse en la Corte de personajes pintorescos (su confesor el padre Claret, una monja con estigmas milagrosos y de amigos del rey consorte Francisco de Asis). Adicionalmente, la derrota de la Guerra Hispano-Sudamericana comprometió la valoración de la Corona.
La crisis económica general aceleró el deterioro político de los moderados. El gobierno debía hacer frente a varios grupos hostiles, tales como inversionistas, que querían salvar su patrimonio; los industriales, que precisaban de mayor proteccionismo; y los campesinos y obreros, que no querían pasar hambre. Frente a la falta de respuesta del gobierno ocurrieron varios alzamientos violentos, entre los que está el de los Sargentos en el Cuarten de San Gil reducido por O’Donnell. Esa demostración de fuerza costó el trabajo de O’Donnell, que fue sustituido por Narváez y después por González Bravo instaurando una dictadura civil gobernada por decretos. Las fuerzas políticas excluidas, progresistas y demócratas optaron por la conspiración al no poder proporcionar la oposición legal. En este caso, se enfrentó con el gobierno y con la reina Isabel II.
Con la idea de esta revolución fue creada en agosto de 1866 una plataforma anti-gobierno llamada el Pacto de Ostende. En un primer momento los suscriptores fueron progresistas y demócratas exiliados que pretendían provocar una revolución para acabar con Isabel II. Una vez conquistado el poder formarían unas Cortes constituyentes que establecerían la forma de gobierno desde entonces: monarquía o república.
Explosión de la revolución
En esta situación estalló la Revolución de 1868 o La Gloriosa. La ciudad de Cádiz fue nuevamente llevada a una revolución, ya que el 19 de septiembre 1868 el brigadier Topete había llevado a cabo un alzamiento.
Al seguir el general Prim se unió a Topete y ambos tomaron el control de Cádiz. Luego buscaron el apoyo en otras ciudades como Sevilla, Córdoba, Barcelona y Huelva formando las Juntas Provinciales. Esta formación se encargaría de movilizar a la población con promesas como la eliminación de impuestos o el sufragio universal.
Por último, el gobierno y la reina se quedaron sin apoyo, lo que facilitó el triunfo de la revolución en la batalla de Alcolea 28 de septiembre 1868. El gobierno dimitió y la reina, que estaba en San Sebastián, marchó al exilio en Francia.
La revolución puso fin al sistema de gobierno que tenía hasta ahora, pero entonces apareció diferentes formas de pensar entre los revolucionarios y una disputa por imponer su modelo propio de Estado comenzando por un gobierno provisional.
Republicanismo
La novedad más importante es la aparición de la vida parlamentaria del republicanismo. La ideología republicana deriva del liberalismo demócrata, es decir, su raíz filosófica y liberal. Defiende unas ideas liberales avanzadas y se diferencian de otros grupos liberales en el modelo de Estado.
La raíz de las ideas republicanas liberales se basa en el sufragio universal y la necesidad de profundas reformas sociales y económicas en beneficio de las clases trabajadoras. Además, el gobierno debía asumir el carácter de estado protector clases sociales desfavorecidas.
En las relaciones con los republicanos abogan por una Iglesia secular, no confesional, en la que Iglesia y Estado están separados. A menudo, no confesional aparece acompañado de anticlericalismo, porque los republicanos acusan a la Iglesia de ser un obstáculo a la libertad, el progreso y la modernización de la sociedad española, porque junto con la aristocracia poseía la mayor parte de la tierra.
Entre los partidarios de un modelo de organización política basado en la república, hubo dos tendencias. Por un lado, los unionistas, cuyo concepto de España es una administración unitaria o centralizada. Dirigido por Castelar, son un poco más conservadores en las ideas políticas y sociales. Y por otro, los federales conciben España como una federación pactista de Estados regionales. A su vez, se dividen en benévolos e intransigentes. Los benévolos aceptan la legalidad y se oponen a la insurrección armada; los intransigentes son partidarios de la violencia y la insurrección.
Las bases sociales republicanas se encuentran en la pequeña burguesía, las clases populares urbanas (artesanos, empleados) y parte del movimiento obrero y campesino antes de ser atraído por las ideas de organizaciones anarquistas y socialistas.
República Federal (1873)
La república nace sin inclinación política o social. Los partidos republicanos nacieron sin suficiente apoyo. Las clases comienzan a inclinarse hacia movimientos obreros. Los poderes fácticos (la Iglesia, el ejército, los banqueros y los grandes negocios) estaban en contra de la República y sus ideas sociales avanzadas.
España vivía en una situación de conflicto social y político. Las tensiones sociales estallaron en forma de huelgas de los trabajadores y la ocupación de tierras por los campesinos. Además, dos conflictos militares obstaculizaron la pacífica convivencia: la insurrección en Cuba de 1868 y la tercera guerra carlista de 1872.
Restauración borbónica: 29 de diciembre 1874
Los eventos de crispación social precipitaron la Restauración. Un pronunciamiento militar del general Martínez Campos en Sagunto proclamó como monarca a Alfonso XII el 29 de diciembre de 1874, lo que representa la Restauración borbónica en España.