Amenazados por la expansión militar aplastante de Napoleón Bonaparte en calidad de gobernante de Francia, muchas fuerzas de opresión sucumbieron a los intereses del gobierno de carácter burgués. Sin embargo, en 1815, las derrotas continuas permitieron a las tropas del antiguo régimen poder poner fin a la supremacía de Napoleón.
Después de este período, todos los monarcas de Europa, tenía dos preocupaciones: la primera consistía en restaurar el mapa político afectado por la invasión de Bonaparte y, la segunda, contener la propagación de los ideales de igualdad, libertad y fraternidad difundidos por los gritos de la experiencia revolucionaria francesa. En la resolución de la primera cuestión, el debilitamiento de Francia y el desgaste de los demás países europeos facilitaron el restablecimiento de las fronteras del Viejo Mundo.
Ahora, cuando se trataba de poner freno a las promesas liberales, los monarcas de Europa habían optado por la formación de un ejército destinado a legitimar el poder de las monarquías. Luego, durante el Congreso de Viena en 1815, los reyes de Prusia, Rusia y Austria acordaron la creación de ejércitos que formarían la conocida como Santa Alianza. Por lo tanto, la fuerza de las armas serían la solución contra el posible avance de otras revoluciones propuestas por la burguesía descontenta.
De acuerdo con sus puntos, el acuerdo que se formó la Santa Alianza hizo hincapié en la ayuda militar a todos los reinos que habían amenazado a su soberanía. Por otra parte, defendió el derecho de los reinos de Portugal y España en recuperar el control de las colonias en ese momento, proclamando su independencia. Esta última decisión acabó alejando el apoyo militar británico, teniendo en cuenta las ventajas económicas que Inglaterra esperaba firmar junto con las naciones americanas independientes.
En el primer caso, las reclamaciones de este proyecto de cooperación política y militar parecían ser cumplidas correctamente. Durante la década de 1820, las tropas de la Santa Alianza derrotaron a algunos levantamientos liberales que se habían arraigado en España, como el Reino de las Dos Sicilias, y algunos estados alemanes. Por el contrario, la Santa Alianza fue incapaz de contener la propagación de los movimientos separatistas que se habían movilizado en varios lugares del continente americano.
Durante la década de 1830, este proyecto de la Santa Alianza se perdió al no contar con el apoyo de las naciones unidas en contra de cambiar la escena política europea. La fuerza de las armas no funcionaba como se esperaba frente a las ideologías que criticaban al Antiguo Régimen. Los liberales, socialistas y nacionalistas surgieron en diferentes partes del Viejo Mundo, reivindicando derechos y cambios en los privilegios monárquicos e igualdad de los gobiernos con orientación democrática.