En el período medieval, la agitación causada por la inserción de los bárbaros de Europa, fue responsable por la deflagración de varios conflictos unidos al propio proceso de feudalización del Viejo Mundo. Fue a medida que esas transformaciones sucedían que la leyenda del Rey Arturo apareció en Bretaña, extendiéndose a lo largo del tiempo, motivando, incluso, a la realización de producciones cinematográficas modernas que alimentan ese viejo mito.
Históricamente, las narrativas del rey Arturo reflejan la demanda para consolidar la figura de un héroe que logró defender su territorio contra las invasiones extranjeras. Tal vez, existiendo algún sustento en los hechos históricamente vividos, la leyenda arturiana se asiente en la figura de algún guerrero partícipe en las luchas que marcaron la entrada de los sajones en Bretaña. Con el transcurso del tiempo, las aptitudes y hechos de ese guerrero determinaron objetos relicarios y lugares ligados a esa tradición.
En el siglo XII, el historiador Geoffrey de Monmouth emprendió la preparación de un trabajo que contaba todo el pasado de los reyes de Bretaña. En ese libro, titulado ‘Historia de los reyes de Bretaña’ vemos que la leyenda del rey Arturo gana refuerzo. En determinado pasaje, el nacimiento del sagrado rey es colocado como fruto de una artimaña realizada por el rey Uther y el mago Merlín, que disfrazó al monarca para que entonces tomase a la duquesa Ygerne.
A pesar de toda la fantasía que rodea el informe, varias expediciones fueron organizadas para que alguna reliquia del Rey Arturo fuese hallada en los ligares vinculados a la leyenda. En 1191, por ejemplo, el rey Ricardo, Corazón de León, anunció el descubrimiento de la tumba del rey Arturo, en la Abadía de Glastonbury, donde fue encontrada la legendaria Excalibur, la espada detentora de poderes mágicos que ayudó al rey Arturo a vencer diversas batallas que fortalecieron su inalcanzable gloria.
El supuesto descubrimiento tuvo la influencia política de alabanza para el gobierno del monarca del siglo XII. Todavía así, otras excavaciones en suelo británico avivaron la posibilidad de materializar el mito. Varias misiones de exploración dirigidas a la península de Tintagel buscaron la presencia de rastros del lugar donde se supone que el rey Arturo debería haber nacido. Durante todo este tiempo, sólo fueron encontrados rastros de la construcción de un castillo del siglo XIII.
En los trabajos arqueológicos más recientes fueron hallados artefactos de un complejo de palacios construidos entre el siglo V y VI, la misma época en que habría vivido el rey. En ese mismo periodo, una placa de piedra conteniendo un nombre similar al de Arturo también fue examinada por distintos especialistas. Al fin de las investigaciones, ninguna de las respuestas conseguía concluir firmemente sobre la existencia de indicios que hicieran al rey Arturo en un dato verificable en la historia de Breton.