Los plebeyos, en su origen, eran formados por una capa de trabajadores libres que no estaban vinculados al poder y la protección de los terratenientes. A lo largo de la historia romana esta clase sufrió una fuerte marginación de las instituciones dentro de la cultura romana. Por no estar económicamente asociados a las grandes propiedades de tierra, los plebeyos se dedicaron al comercio, la artesanía y el trabajo libre.
Con el establecimiento de la República, los plebeyos eran todavía una clase desprovista de derechos políticos. Los primeros órganos gubernamentales sólo tenían miembros de la aristocracia romana. Sin embargo, la expansión de las actividades económicas en Roma, hizo que parte de la clase plebeya se enriqueciera con el comercio. Al mismo tiempo, muchos campesinos no apoyaron los castigos y las exigencias de un sistema de gobierno donde no se poseía ningún tipo de representatividad.
Así, desde el siglo V a.C., una serie de revueltas plebeyas se instalaron en la ciudad de Roma. Los plebeyos de las más variadas condiciones económicas exigieron la reforma de las instituciones políticas romanas. Componiendo una población bastante grande, los plebeyos representaron una grave amenaza para los intereses de los patricios. A lo largo de tres siglos, un conjunto de cinco principales revuelta plebeya lograron reorganizar la escena política romana.
La primera de estas rebeliones, ocurrida en el año 494 a.C., fue dada en un contexto en el cual los plebeyos tomaron ventaja de una amenaza de invasión extranjera a la ciudad de Roma. Vaciando las tropas militares de la ciudad, los plebeyos se refugiaron en el Monte Sagrado exigiendo la creación de un cargo político controlado exclusivamente por plebeyos. En respuesta, el Senado Romano constituyó la magistratura de los Tribunos de la Plebe (en latín, tribunus plebis), que podrían vetar cualquier ley que hiriese los intereses de los plebeyos.
A pesar de este primer logro, la tradición oral en el derecho romano, controlado por los patricios, perjudicó considerablemente a los plebeyos. Aplicando presión contra los patricios, los plebeyos fueron capaces de formular una ley escrita en Roma. Esta legislación creada en el 450 a.C., se conoce como la Ley de las XII Tablas (lex duodecim tabularum o duodecim tabularum leges) también conocida como Ley de igualdad romana. Cinco años más tarde, otro levantamiento exigió el permiso de matrimonio entre plebeyos y patricios. A través de la Ley Canuleya, que permitió las bodas, los plebeyos pudieron ascender socialmente y ampliar su participación política.
Alrededor del año 367 a.C., una nueva ley fue establecida por disturbios plebeyos. La extensión de las grandes propiedades patricias generaba una competencia desleal con los plebeyos que eran pequeños propietarios. No resistiendo la competencia económica de patricios, muchos plebeyos se endeudaron y terminaron convertidos en esclavos. En ese contexto, las leges Liciniae-Sextiae o leyes Licinias-Sextias promovieron el fin de la esclavitud por deuda y aseguraron la participación de los campesinos en otras magistraturas y cargos públicos.
La última gran rebelión plebeya, en el 287 a.C., permitió a los plebeyos se asegurar la validez legal de las leyes formuladas por los tribunos de la plebe, de tal manera que tenían validez para toda la extensión de los dominios romanos. Esta revuelta terminó con un proceso de reformulación de la política a largo plazo. Aunque políticamente equilibraron los grupos sociales romanos, la distinción cultural entre patricios y plebeyos se transformó radicalmente.