Rusia puso en marcha una experiencia revolucionaria que marcó la historia del siglo XX. En el siglo XIX, Karl Marx señaló que las desigualdades del sistema capitalista sería darían la oportunidad a las masas trabajadoras a tomar el poder. Sin embargo, la llamada de los trabajadores en torno a los ideales de Marx parecía una posibilidad remota en vista del desarrollo de los estados liberales enriquecidos por el apoyo dado a las clases burguesas.
Sin embargo, la aparición de la Primera Guerra Mundial vino a traer una posibilidad revolucionaria que sacudió ese orden establecido por la burguesía capitalista. En el siglo XX, Rusia vivió un momento histórico en el que las desigualdades sociales causadas condujeron a campesinos y trabajadores a movilizarse políticamente. En los campamentos, los trabajadores vivían en condiciones miserables sancionados por un gobierno que conservaba los privilegios feudales de la clase aristocrática.
En las ciudades, la burguesía tuvo un papel político y tuvo un apoyo limitado debido a la configuración de una economía industrializada. El parque industrial desarrollado en Rusia, en gran medida fue el resultado de la afluencia de inversiones extranjeras interesadas en los mercados en expansión y reducir los costos de producción. La clase trabajadora, tímida en el proceso de industrialización, no era lo suficientemente fuerte como para exigir derechos políticos.
El gasto en la guerra agravó la situación económica del país, aumentó el clima de insatisfacción y alentó el cambio. Los soviéticos, grupos de organización de los trabajadores, rápidamente se habían convertido en los principales centros de discusión política. Desde la organización de estas pequeñas unidades, la revolución era posible y se instituyó un nuevo poder en Rusia. Una vez consolidado, las teorías socialistas tuvieron que enfrentarse a los desafíos de una situación histórica más inmediata que nunca antes experimentada.
Según algunos pensadores, lo que es factible dentro de Rusia era un estado cada vez más distanciado de los principios fijados por Marx y Engels. El estado ganó más fuerza, impidiendo el florecimiento de una sociedad comunista. Aunque no podemos dar una respuesta definitiva a este enfoque, no podemos negar como ese hecho histórico ha influido en otros movimientos socialistas y comunistas en todo el planeta.
