Para la moral kantiana, debemos seguir el imperativo categórico, que se trata, resumidamente, en actuar conforme una máxima, de modo que esta pueda volverse una ley universal sin que traiga perjuicios para sí, para otro, para el mundo o para el género humano. La libertad, según el aspecto ético-kantiano, de la misma manera, consiste en la posibilidad de actuar por el deber y conforme al deber. El ejemplo más conocido es el de la mentira. Cuando una persona miente, ella entiende que está haciendo algo mal, porque según la lógica kantiana del imperativo categórico, la persona que miente, entiende por su razón que no quiere que todas las personas mientan todo el tiempo.
Para aclarar mejor el concepto de actuar, podemos decir que existen tres modos de actuar:
(1) CONTRA EL DEBER, cuando la acción es inmoral, o mala. Cuando no actuamos conforme al imperativo categórico. Cuando, por ejemplo, vendemos golosinas más caras para niños que desconocen que estamos manipulando su precio.
(2) CONFORME EL DEBER, cuando la acción es legal. Cuando actuamos conforme al imperativo categórico, pero teniendo en vista los propios intereses. Cuando, por ejemplo, vendemos golosinas a niños por el precio correcto, pero tratando de que esos niños vuelvan a comprar, o que los padres o la propia comunidad puedan percibir que hemos vendido golosinas con precio manipulado.
(3) POR DEBER, cuando la acción es moral o buena. Cuando actuamos conforme al imperativo categórico y por el imperativo categórico. Cuando vendemos golosinas por el precio adecuado, sabiendo que hacemos lo correcto.
Ahora, para Kant la libertad es la libertad para actuar de forma espontánea y desvinculada de cualquier principio a priori, tal cual el imperativo categórico. De modo que cuando actuamos bien, por el deber, estamos ejerciendo de la misma manera que cuando actuamos mal. La diferencia entre los casos es la irracionalidad que incide en el segundo. Mientras, cuando actuamos conforme a la ley moral, única y exclusivamente con miedo de los castigos que pueda traer, en este caso el sujeto es rehén del deber, y por tanto no es libre. La racionalidad-práctica consiste en actuar bien porque se quiere el bien, es decir, de modo espontáneo, autónomo y libre. Kant creía que a través del actuar bien conseguiríamos ser felices.
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