Heródoto de Halicarnaso y Diodoro de Siracusa dejaron muy claro que el río Nilo estaba superaba a todos los ríos del mundo por los beneficios que traía a la civilización de Egipto. Ellos muestran que el Imperio Egipcio siempre llamó la atención de diferentes pueblos por su paisaje singular, su fauna y su flora sorprendentes, así como sus impresionantes construcciones. Ambos historiadores quedaron impresionados con el inmenso río que atraviesa Egipto, ya que Grecia era una tierra esencialmente árida y seca, donde la práctica de la agricultura parecía exigir esfuerzos de Titanes, pero en Egipto la cosecha se hacía con pocos medios y poco trabajo.
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