La palabra Renacimiento remite al acto de renacer y puede, también, ser usado en el sentido de reformulación. Sin embargo, el significado más largamente atribuido al término se refiere al movimiento de reforma artística, literaria y científica ocurrido en Europa entre los siglos XIV y XVI, bautizado de Renacimiento.
El renacimiento se originó en Italia y, para muchos estudiosos, fue una manifestación de la ruptura, que tenía la intención de oponerse a la corriente artística y cultural que tomó protagonismo en el periodo precedente: la Edad Media. Por otro lado, otros autores defienden que las tendencias desarrolladas por artistas de ese movimiento dieron continuidad a las filosofías vigentes en la época medieval.
Contexto del Renacimiento
El renacimiento refiere al periodo de transición que marca el final de la Edad Media. Los vínculos mercantiles hechos con Asia, gracias a las conquistas de las rutas marítimas, posibilitaron una ampliación del comercio y una diversificación de los productos consumidos en Europa. Con eso, los comerciantes europeos comenzaron a acumular riquezas y, a continuación, podían disponer de su fortuna para invertir en obras de arte, tales como las esculturas, pinturas, libros, asistir a conciertos, entre otros. Esta nueva población se convirtió en patrocinadores del mismo arte, siendo llamados de mecenas.
Esa popularización del arte hizo que gobernantes y el propio clero concediesen protección y apoyo económico a intelectuales y artistas – esa ayuda quedó conocida como mecenazgo. Por medio de esa ‘buena acción’, los mecenas (quienes ayudaban a los artistas) quedaban conocidos como benefactores por donde sus protegidos pasaban, ya que en aquella época era común que las familias nobles encomendasen retratos (pinturas hechas al óleo) y esculturas hechas por artistas de la región en que vivían.
La península italiana era conocida por ser la cuna del Renacimiento, porque ese proceso de desarrollo del comercio y apreciación del arte, seguido de las inversiones en las distintas artes se dio con gran intensidad en ciudades como Venecia, Génova y Florencia.
Características del Renacimiento
El renacimiento marcó la aparición del humanismo que, en oposición al teocentrismo (que caracteriza la Edad Media y coloca a Dios en el centro del universo) posiciona al hombre como protagonista (antropocentrismo). Además, el Renacimiento es responsable de abrir camino para varios estilos de arte y líneas de pensamiento filosófico, siendo que algunas se aproximan a sus características inherentes – como la valorización de la simplicidad – y otras se distancian. Un ejemplo es el estilo Barroco, que aprecia la grandiosidad y la exageración.
Otras características del renacimiento son:
- La apreciación de la cultura clásica grecorromana; vista por artistas del renacimiento como una cultura que tenía una perspectiva de la naturaleza humana, algo que no percibía el hombre medieval;
- El ser humano es valorado como un ser inteligente, poseedor de conocimiento y talento artístico;
- Antropocentrismo, la vida del hombre se centra en el ser humano;
- Gran aprecio de la razón y la naturaleza.
Etapas del renacimiento
La profesionalización de los renacentistas por medio del mecenazgo acabó generando un gran contingente de obras, que terminó por dividir el movimiento artístico en tres fases: Trecento, Quattrocento y Cinquecento.
El Trecento se destaca el legado literario de Petrarca y Dante Alighieri, además de las pinturas de Giotto di Bondoni. El Quantrocento está marcado por las obras de Leonardo da Vinci y las críticas del escritor Erasmo de Rotterdam. Finalmente, en el Cinquecento – tiempo de mayor proyección del renacimiento – ganó reconocimiento el trabajo de Rafael Sanzio y Miguel Ángel.
En el campo de la ciencia, merece destaque la teoría del heliocentrismo: el sol en el centro del universo – defendida por científicos tales como Galileo Galilei, Giordano Bruno y Nicolás Copérnico.
