Siendo un modo de expresar el tiempo o una sociedad, el arte refleja el choque cultural entre los dogmas sagrados y el movimiento humanista que surgió en el Renacimiento. Si bien las normas establecidas por la Iglesia predicaban a Dios como el centro del universo, los humanistas defendían el antropocentrismo y la búsqueda de la verdad. Así, Miguel Ángel, uno de los principales artistas de la época, manifestó en obras sacras, los ideales de este movimiento, con una nueva concepción de la vida humana.
Contexto histórico
En la Edad Media la Iglesia controlaba la producción de conocimiento, y Dios era el centro del universo. Con el desarrollo económico, social y político, surgió un grupo de intelectuales interesados en la lucha contra el orden y la jerarquía del mundo medieval, que pretendía no sólo influir en la vida social de la época, sino también en el arte, ya que refleja la realidad histórica. Así, el artista manifiesta en sus obras la moral y la ética de su mundo.
Tratando de entender los factores políticos —que influyeron en el arte religioso del Renacimiento expresado por Miguel Ángel, así como la contribución a la formación cultural de la sociedad— debemos servirnos del origen pasado y del análisis bibliográfico. Es decir, evaluar el proceso de transición de la Edad Media a la Edad Moderna buscando una nueva concepción de la vida surgida con el Renacimiento.
La transición del convencionalismo católico a la ideología humanista, donde el hombre gozaba de libertad y capacidad individual, generó un problema político-cultural transmitiendo a la humanidad otra forma de conocimiento y sugiriendo una nueva estructura social más justa.
Michelangelo, el arte como una representación cultural
Complejo en su conjunto, el arte se manifiesta en la humanidad de varias formas, siendo concebida desde diferentes ópticas. Presente en toda la historia, difieren según la época y la tendencia, no dejando de ser una expresión personal del artista, una manifestación social, o significado de una cultura. Considerado como herramienta de difusión y esplendor hasta hoy se utiliza para exponer los ideales, la influencia y la sociedad como un medio de poder a aquellos que las poseen.
Entre los siglos XV y XVI, un período de cambio histórico profundo, la percepción del hombre defendida por los humanistas se opone a los credos de la Iglesia y se refleja de forma pronunciada, como un espejo de los acontecimientos humanos, en las representaciones artísticas. Miguel Ángel, uno de los diseñadores principales del Renacimiento, mostró claramente la fase y la fe de la sociedad.
La humanidad tiene una necesidad de expresar sus sentimientos, ideas y su tiempo. Las diferentes formas de arte han sido las más utilizadas a través de los tiempos combinando distintos conceptos y movimientos. Establecer una definición absoluta no es suficiente ya que clasificar el arte es subjetivo.
Sin lugar a dudas una de las cumbres del arte del Renacimiento estaba consagrada a la opinión expresada por Miguel Ángel. A principios del siglo XV, los artistas pasan a transmitir en sus obras una nueva concepción cultura, acompañando el desarrollo económico, social y política de las ciudades, el contexto principal que marca la transición entre la Edad Media y la Edad Moderna. En ese crecimiento, surgió un grupo de intelectuales interesados en renovar los estudios ministrados en las Universidades Medievales que primaban la teología, el derecho y la medicina. Esa élite de pensadores deseaba un conocimiento centrado en la poesía, la filosofía, la historia, la matemática y la retórica, esto es, para esas materias donde se daba valor a los quehaceres del ser humano y lo entrenaban en el ejercicio de su libertad.
Llamados de humanistas, desafiaron a la jerarquía establecida en el mundo medieval hasta entonces, donde la iglesia era un monopolio, Dios el centro del universo, y el hombre sumiso a ella. Se trató de reinterpretar los Evangelios a la luz de los valores de la antigüedad clásica, exaltando al hombre como dotado de libertad, de voluntad y de capacidad individual. A pesar de que la producción artística del Renacimiento era el espejo de la cultura greco-romana, refleja los cambios experimentados por la sociedad moderna. Su característica antropocéntrica atrajo el interés en la investigación de la naturaleza, el culto a la razón y la belleza y las características de la cultura greco-romana. Estos elementos eran las bases del renacimiento artístico y científico de los siglos XV y XVI.
Educación, libertad e Iglesia católica
Desde el Renacimiento, la educación tiene más valor. La burguesía, que surgió como nueva clase social, había dado cuenta de la necesidad de controlar el mercado natural, la principal fuente de producción y la ganancia. A pesar de que el mundo ofrecía riquezas, el conocimiento asume carácter racional de este tiempo, y toda la información se ha dado con fines de lucro, después de todo, el capitalismo estaba surgiendo. Más allá de racionalismo, el individualismo era también un renacimiento de los valores y se refleja el surgimiento de la burguesía y las nuevas relaciones de trabajo, con lo que se desarrolla la idea de que cada uno es responsable de la conducta de su vida, sin que ello implique el aislamiento humano, pero en posibilidad de que cada uno pueda tomar sus propias decisiones. Por tanto, se plantea el libre albedrío y los límites del conocimiento se expanden a nuevos campos.
El arte cristiano renacentista continuó, pero adaptado a la realidad nueva y moderna. En el análisis de las obras de Miguel Ángel Buonarroti, uno ve la estética cultural claramente definida. Con base en el equilibrio de las formas en una nueva sociedad, utilizando la proporción geométrica y la perspectiva, podemos destacar las formas en que se reflejan los conceptos humanistas en una poderosa expresión, la externalización de una conquista moral renovada. Además de la fusión de los valores tradicionales del clasicismo con una nueva interpretación más libre lenguaje rítmico, las figuras se mueven con gran facilidad, haciendo hincapié en el aspecto dramático lleno de fuerza expresiva, destacando sobre todo el hombre.
En David de Michelangelo, la figura humana se muestra no como un héroe, sino como un paladín. Ya en la escultura de Baco, la escultura solicitada por el cardenal Raffaele Riario, se originó a partir de una ilustración con paradero desconocido. La estatua de un dios del vino respira el equilibrio y el libertinaje, a diferencia de la agonía y el sufrimiento de la figura original. Por lo tanto, el cardenal negó el trabajo al no cumplir con la conceptualización deseada.
Las esculturas incluyen un lenguaje corporal que garantiza el equilibrio, revelando una imagen humanos de músculos levemente torneados y de proporciones perfectas; y las expresiones de las figuras, reflejando sus sentimientos. Incluso oponiéndose a la moral cristiana de la época, la inteligencia circula libre para fecundar la belleza, el desnudo vuelve a ser usado como símbolo del naturalismo y forma de valorizar al hombre como medida de todo.
Sin embargo, en la Piedad del Vaticano, la Virgen del pintor y escultor refleja una mujer joven, tranquila, sin sufrimiento, contrapuesto a las imagenes de las Santas Medievales con rostros de dolor y tristeza. Miguel Ángel manifiesta que la madre de Dios no debe llorar como una madre terrenal. Se cuestiona, entonces, la forma en que la Iglesia presenta la muerte de Cristo, pues según la Biblia, ese sería el camino de la salvación, no debiendo representar el sufrimiento a los ojos humanos. El hombre se independiza de Dios, a pesar de, percibirse como una fuerza creadora capaz de influir en los caminos de la humanidad, descubriendo, conquistando y alterando el Universo.
La gente, en esencia, mantiene la necesidad de sostener y creer en aquello que otorga fuerza para superar la ruta crítica de la vida. Incluso los no creyentes en Dios viven junto con sus encantos.
La Iglesia siempre trató de dominar a la sociedad, la riqueza y establecer extensos reinos, vendía indulgencias, distorsionaba la realidad y olvidó parte de sus hechos bíblicos a fin de gozar de su apogeo. Uno de los medios era dominar el conocimiento humano y ser dueño de él como manera de monopolizar el saber. El inculto, cree más fácilmente, una vez que no tiene medios para responder a los sacros ilógicos. La evolución del saber influyó a los pensadores a buscar nuevos enfoques. Los humanistas, defensores de la importancia del ser como forma de existir en el Renacimiento, fueron logrando su espacio independiente. Sin embargo, en un intento de no perder a sus fieles, la Iglesia empezó a contratar y aceptar las imagenes santas desarrolladas por el artista Miguel Ángel.