En el mundo feudal, las tierras eran un instrumento importante para alcanzar el poder y la construcción de las relaciones sociales. Por lo general, un miembro de la clase noble podía tener acceso a una propiedad por derecho de herencia. Sin embargo, para que la extensión de las propiedades no fuese desarticulada, muchos señores feudales destinaban la posesión de sus tierras a su hijo mayor.
Otra opción para el acceso a la tierra también podía establecerse a través de un juramento de lealtad. En este caso, dos nobles se reunían para firmar un acuerdo en el que se ofrece la propiedad y el otro recibía un feudo. Desde el punto de vista social, este entendimiento ha creado un tipo de contacto que sellaba las denominadas relaciones de señorío y vasallaje.
Para que la unión entre el señorío y el vasallo sucediera, se organizaba una reunión solemne también conocida como homenaje. En esa ocasión, con la presencia de una reliquia religiosa o de la Biblia Sagrada, el noble que entrega la tierra (señorío) y el receptor (vasalla) seguían una serie de liturgias. Por lo general, a través de la ejecución de un beso y la entrega de un objeto que representa el feudo, los nobles estipulaban una serie de obligaciones mutuas.
El vasallo debía garantizar el servicio militar a su señor cuando era necesario. Por otro lado, el jefe supremo tendría que garantizar la protección de su vasallo, y dar una porción de su propiedad para el mismo. Cuando hubo necesidad, el soberano podía promover este mismo compromiso con los demás vasallos. Del mismo modo, un vasallo podría convertirse en señor de otros nobles que no tenían propiedad de las tierras.
Debido a este proceso de distribución de la tierra y la autonomía política concedida a cada señor feudal, se puede observar que las relaciones de señorío y vasallaje contribuyeron a la descentralización del poder político en el momento. Por otro lado, vemos que esta misma práctica fue crucial para que los nobles de una región asumieran la tarea de proteger la misma contra cualquier tipo de amenaza externa.
Desde el punto de vista histórico, esta relación indica la lealtad en una de las influencias germánicas más expresivas en el mundo feudal. Entre los alemanes, a pesar de una estructura de poder muy descentralizada, los jefes de clanes guerreros firmaban alianzas militares provisorias designadas como «comitatus». En este tipo de alianza, un guerrero juraba lealtad a un líder militar que, mediante el uso del tiempo, se comprometía a proteger a su mandado.