La rivalidad parece ser casi una constante que marca la relación entre hermanos. Esta puede ser la conclusión alcanzada después de revisar una gran cantidad de testimonios de padres con hijos múltiples. A pesar de dimensiones tales como la competitividad y celos entre hermanos sean a menudo subrayadas por los padres, no cabe duda que este tipo de relación es una importante fuente de aprendizaje y práctica de las relaciones entre iguales. Es en el contexto de estas relaciones que se desarrollan no sólo la competencia sino también sentimientos de solidaridad, entre personas que están al mismo nivel y que tienen el mismo tipo de energía. Además, la presencia del hermano puede ser importante en el proceso de separación y la construcción de autonomía por parte de los niños y también por los padres.
La relación entre los hermanos es influenciada por las expectativas que tiene la familia sobre las características, habilidades y posibilidades de cada uno de los niños. Estas expectativas determinarán fuertemente la organización fratria, las relaciones de poder, el papel de cada uno de sus miembros y el tipo de comunicación dominante.
Los hermanos pueden ser una fuente de ayuda preciosa en el desarrollo de habilidades de negociación y cooperación y para que esto suceda es esencial que los padres no se envuelvan demasiado en la gestión de las relaciones fraternales. Cuando los niños son muy jóvenes los padres tienen que tener una intervención más activa en la resolución de conflictos, ayudándolos a experimentar sentimientos de solidaridad y competición. A medida que los hijos van creciendo los padres tienen que ir apartándose para que los hijos aprendan a resolver sus problemas y conflictos. Enseñarles los pasos que deben seguir para resolver conflictos pueden ser una buena estrategia, porque no nacen con conocimientos en este campo. Así que es importante que entiendan que la resolución de conflictos implica cuatro pasos: aclarar el problema, escuchar activamente, buscar diferentes soluciones y finalmente elegir la mejor. Cuando se encuentran soluciones para ellos la cooperación es mayor. Todavía relativamente a este punto, es importante hacer hincapié la importancia de también los padres resolvieron sus conflictos sin agresividad y con espíritu de cooperación, pues es muy probable que los hijos los imiten.
En el caso de que sea necesaria su intervención, lo mejor es seguir siendo tan neutral como sea posible, no asumiendo nunca el papel de detective que busca descubrir al verdadero culpable. Al involucrarse en las batallas de ellos lo que puede suceder es buscar resolver allí problemas no resueltos en la infancia, cuando estuvo en batallas similares. Además, puede tomar el partido de uno de ellos, favoreciéndolo por el hecho de haber pasado por una situación semejante. Al tomar esta actitud puede no ser totalmente justo.
Uno de los aspectos que intensifica la rivalidad y que puede generar futuras batallas son comparaciones internas, por esta razón ellas han de ser prohibidas.
Compartir bienes es otro punto sensible que frecuentemente origina guerras casi interminables entre hermanos. La mejor forma de evitarlas es asumir el derecho a la propiedad, es decir, admitir que nadie debe ser obligado a compartir todo lo que tiene. Cada uno puede ser propietario de algo que nadie más puede usar sin su autorización.
Si frecuentemente se siente desesperada con las guerras de ellos y las sugerencias aquí presentadas no surten el efecto deseado, he aquí un consuelo: la mayoría de los hijos acaban siempre por agradecer a los padres el hecho de haberles dado un hermano – es por lo menos en este sentidos que varios estudios apuntan.