La palabra recurso viene a significar aquello que puede ser recurrido para una obtención en particular. El hombre recurre a los recursos naturales, es decir, aquellos que pueden ser encontrados en la naturaleza, para satisfacer sus necesidades. En el ecosistema terrestre existe un intercambio constante de recursos naturales entre los seres vivos. Su existencia es necesaria para preservar la vida misma.
Los recursos naturales, después de su uso, pueden ser fuentes renovables, es decir, volver a estar disponibles, o fuentes no renovables, es decir, no estando más disponibles a partir de esa fuente. Por tanto, los recursos no renovables son finitos, tienen un límite de explotación, calculado o no.
La flora (plantas) y fauna (animales) son ejemplos de los recursos naturales renovables: una planta o animal en abundancia pueden ser reproducidos, teóricamente, de forma infinita, a partir de sus progenitores. Los minerales como el mineral de hierro, se clasifican como recursos no renovables. Otro ejemplo es el aceite y el petróleo que no son renovables porque un día podrían acabar agotados en el planeta.
Conservar los recursos naturales implica usarlos con moderación y racionalidad a fin de que las energías renovables no se extingan por el uso indebido y los no renovables no se extingan tan rápidamente. Mientras un plano de gestión adecuado exista y se prevenga la acción antrópica (del hombre) nociva, la perpetuidad del recurso natural renovable puede, en teoría, suceder.
Con estas ideas, podemos reflexionar sobre la importancia de la conservación. En la naturaleza, diferentes especies se encuentran en competición por la vida y puede suceder una extinción natural de algunas; no solamente la competición desencadenará la extinción, también los cambios climáticos, erupciones volcánicas e inundaciones pueden conducir al fenómeno. Del mismo modo que diversas especies dejan de existir, otras nuevas pueden surgir en un largo proceso evolutivo.
Discutiendo también sobre los recursos naturales renovables (flora y fauna), hay que destacar la importancia de lo que llamamos la biodiversidad, una materia que exige el compromiso internacional. La preservación de la biodiversidad es substancial para que el hombre tenga un margen de tiempo para descubrir la utilidad de las especies y para administrar su propia supervivencia. La solución a muchos conflictos que existen en la actualidad puede encontrarse en plantas en extinción o podría estar en otras que ya terminaron extintas.
Otro hecho significativo es el mantenimiento de las especies originales todavía no modificadas por el hombre. Así, si en un futuro la ingeniería genética desarrolla una producción mejorada de ciertos alimentos, como un tomate de gran tamaño, será necesaria una recomposición a partir un tomate primitivo y original. Por este motivo, es relevante la presencia de suficientes reservas biológicas. A rigor, la preservación de recursos naturales solamente alcanzará su éxito si se protegen los ambientes primitivos, donde coexistan, ordenadamente, animales y vegetales, vigilando la degeneración de las especies en dichos locales.
En cuanto a los recursos no renovables, como el agua, por ejemplo, sabiamente debe ser utilizado para reaprovecharlo al máximo (reciclaje) y, en ese caso, cuanto menos contaminada sea más fácil será la labor de purificación en sucesivos usos.