En el año 1794 se produjo en los Estados Unidos varios disturbios, motivados por la creación de un impuesto que grava sobre el whisky. Estos acontecimientos, conocidos como la Rebelión del Whisky, tienen especial relevancia en la historia americana porque marcaron una fuerte posición del Gobierno Federal, que supo imponer sus leyes y afirmar el poder inequívoco del presidente.
Esta tasa, establecida por el Secretario de Hacienda del Gobierno federalista, recayó en las regiones productoras de esta bebida alcohólica, llegando a afectar a los agricultores y los destiladores, que se rebelaron contra la imposición de autoridad. La situación se agravó cuando en medio de toda la exaltación acabó muerto un oficial.
El presidente estadounidense George Washington sofocó las rebeliones y trató de negociar un acuerdo con los delegados de los demandantes. Estas negociaciones no tuvieron éxito, y el presidente decidió utilizar la milicia para controlar a los amotinados, que no ofrecieron gran resistencia a las fuerzas de la ley. Al final de este episodio de la historia americana sólo dos individuos fueron condenados por traición y el resto fueron indultados.