El airbag es un dispositivo indispensable en vehículos para la protección del conductor y los pasajeros y tiene como principio fundamental reacciones químicas. La principal reacción envuelta es la descomposición térmica de la azida de sodio (NaN3), que genera el gas nitrógeno (N2), que es responsable por la expansión del airbag.
La azida de sodio es una sustancia acoplada a la bolsa plástica (airbag) que queda embutida en los paneles del vehículo. Antes de que ocurra la colisión, en el acto de frenado brusco, los sensores localizados en el parachoques del vehículo transmiten un impulso eléctrico (chispa) que causa la detonación de la reacción. Bastan apenas algunas centésimas de segundo para el airbag quedar completamente inflado. La capacidad de estos dispositivos varía, algunos comportan hasta 70 litros de gas.
Pero cabe recordar que los airbags no son suficientes para salvar vidas, ellos son complementarios, ya que el uso de cinturones de seguridad es obligatorio por ley. Estos dos dispositivos trabajan en conjunto y simultáneamente con el objetivo de retener el movimiento de los ocupantes del vehículo al frente en caso de choques fuertes; ambos reducen el riesgo de lesiones en la cabeza y el pecho.
¡Ahora ya lo sabes! La reacción química que hace que la bolsa de airbag se llene súbitamente en el caso de una colusión es la reacción de descomposición.