Es apasionante cómo ciertas palabras se introducen en nuestro diccionario y no tenemos ni idea de la complejidad que pueden aportar en su significado. Hoy en día, cuando pensamos en rastreadores de vehículo, nos olvidamos de qué tipo de productos se trata y qué tipo de tecnología está integrada en ellos. Los rastreadores, bloqueadores, navegadores, utilizados como una forma de negocio para muchas empresas, utilizan el GPS (Sistema de Posicionamiento Global) para ofrecer sus servicios.
Es común hablar de los satélites y otras tecnologías digitales de comunicación, sin embargo, entender cómo los GPS se incrustan en los rastreadores es un ejercicio que requiere atención. Imaginemos numerosos satélites que orbitan la órbita terrestre, recibiendo y transmitiendo información todo el tiempo (TV, radio, teléfono…), cada uno de los cuales dicha información es retransmitida a estaciones específicas que pueden ser fijas (torres, antenas, estaciones…) o en movimiento (antenas móviles, como las existentes en los rastreadores).
Así, cuando reciben las informaciones de las estaciones, los rastreadores tienen la posición exacta del vehículo, generada por la combinación de los datos geográficos de tres satélites. Cuanto mayor es el número de satélites usados para identificar el rastreador, mayor es la precisión de su posicionamiento, que es siempre definida por las coordenadas de este punto con respecto a la Tierra. Esas coordenadas son definidas a través de la longitud y latitud. Pero, incluso así, existen puntos terrestres donde ningún satélite logra alcanzar el rastreador. Estos sitios son conocidos como zonas de sombra.
Otro de los productos que utiliza las instalaciones del GPS es el navegador, que por definición indica hacia dónde queremos mover y la posición del vehículo y nos traza un recorrido que va desde el origen al destino a través de un mapa digital residente en el software (programa de datos). En este caso, la voz digitalizada indica las coordenadas guiando al conductor a través de las calles y avenidas.
Hasta el año 2000, el gobierno estadounidense permitía que el sistema civil recibiera apenas una señal ‘empeorada’ del GPS, con un margen de error en las localizaciones de cerca de 100 metros. Paralelamente, el sistema militar ya poseía una señal diez veces más precisa que la existente en el mercado. Sin embargo, en la actualidad todos los usuarios del sistema reciben una señal de calidad óptima.
