Nebulosas son nubes de polvo, hidrógeno y plasma. Son regiones de constante formación de estrellas, como la Nebulosa del Águila. Esta nebulosa forma una de las más bellas y famosas fotos de la NASA, ‘Los pilares de la creación’. Como el proceso de formación de estrellas es muy violento, el material sigue siendo lanzado al espacio por causa de la gran explosión formando un gran número de planetas y sistemas planetarios.
Fig. 1 – Pilares de la creación de la Nebulosa del Águila
En una galaxia como la nuestra, las estrellas son en promedio espaciada de cinco a ocho años luz. El espacio entre las estrellas está ocupado por la materia difusa cuya masa total de la galaxia es aproximadamente una décima parte de las estrellas. El medio interestelar y las estrellas no son dos entidades distintas que cohabitan sin cambio. Por el contrario, el gas interestelar es al mismo tiempo el terreno fértil donde las nuevas estrellas y donde sucede su evolución.
Conocidas hace mucho tiempo, las nebulosas gaseosas constituyen una manifestación del gas interestelar. Su observación se debe, generalmente, a la presencia de estrellas calientes que excitan la fluorescencia del gas o más simplemente iluminan el polvo que le están asociadas.
Todas las nebulosas son denominadas gaseosas o galácticas, para distinguirlas de las nebulosas extra-galácticas, el antiguo y engañoso nombre dado a las galaxias. Usando una clasificación siempre relativa podemos considerar dos tipos principales de nebulosas: las nebulosas brillantes o luminosas, capaces de emitir luz propia o de reflejar la de estrellas próximas, y las nebulosas oscuras o de absorción, capaces de absorber la luz de las estrellas más distantes, destacándose contra un fondo más claro de estrellas. Sea cual sea su forma, la naturaleza de una nebulosa es determinada por la densidad del gas y polvo del que se compone, por la composición química de esa materia y por la ausencia o presencia de estrellas próximas.
Fig. 2 – Nebulosa de Orión
Destacando aún más las particularidades presentadas por las nebulosas brillantes, podemos considerar como formando de esta clase las nebulosas de emisión – que comprenden las nebulosas planetarias, las nebulosas restantes de supernovas y las nebulosas de emisión ‘normales’, también llamadas de regiones HII – y las nebulosas de reflexión.
Nebulosas de emisión
Las nebulosas de emisión son nubes de gas con una temperatura alta. Los átomos en la nube son energizados por la luz ultravioleta de una estrella cercana y emiten radiación cuando decaen para estados de energía más bajos (luces de neón brillan prácticamente de la misma manera). Nebulosas de emisión son generalmente rojas, por causa del hidrógeno, el gas más común del Universo y que comúnmente emite luz roja.
Nebulosas de reflexión
Las nebulosas de reflexión son nubes de polvo que simplemente reflejan la luz de una estrella o estrellas próximas. Las nebulosas de reflexión son generalmente de color azul porque la luz azul se dispersa más fácilmente. Las nebulosas de emisión y de reflexión son generalmente vistas juntas y son a veces llamadas de nebulosas difusas.
Nebulosas oscuras
Fig. 3 – Nebulosa de Cabeza de Caballo
También hay nebulosas oscuras, que son nubes de gas y polvo que impiden casi por completo que la luz pase a través de ellas; son identificadas por el contraste con el cielo alrededor de ellas, que es siempre más estrellado o luminoso. Ellas pueden estar asociadas a regiones de formación estelar. Ejemplos son la Nebulosa Saco de Carbón y la Nebulosa de Cabeza de Caballo.
Nebulosas planetarias
Las nebulosas planetarias han recibido el nombre por William Herschel, porque cuando fueron observadas por primera vez a través del telescopio, ellas se parecían a un planeta. Posteriormente se descubrió que las nebulosas planetarias eran causadas por material expulsado de una estrella central. Este material es iluminado por la estrella central y brilla, pudiendo ser observado un espectro de emisión. La estrella central normalmente termina como una enana blanca.
