Las galaxias están formadas por grupos de diversos cuerpos celestes, especialmente por planetas, estrellas, polvo cósmico y otros elementos que son astronómicos dentro de un centro común. La fuerza gravitacional es el principal responsable de la unión de los componentes de una galaxia dada.
El estudio de las galaxias es muy antiguo, y muchas teorías se basaban en la mitología. Sin embargo, el desarrollo tecnológico ha permitido un análisis más preciso y la caracterización de la cuestión que nos ocupa, pues la dificultad de identificación de una galaxia es muy grande. Solamente en la Tierra son visibles tres galaxias: la Pequeña Nube de Magallanes, la Gran Nube de Magallanes y Andromeda.
El proyecto Sloan Digital Sky Survery, por ejemplo, llevó a cabo la catalogación de aproximadamente 1 millón de galaxias, sin embargo, se estima que hay alrededor de 100.000 millones de ellas en el universo. Otra contribución importante de los aparatos tecnológicos fue la clasificación de galaxias de acuerdo a su morfología. Por lo tanto, se determinó que había cuatro tipos de galaxias:
- Las galaxias espirales – tienen largos brazos de estrellas y nubes de polvo cósmico.
- Las galaxias espirales barradas – tienen brazos y el núcleo de las estrellas de menor desarrollo en comparación con las galaxias espirales.
- Las galaxias elípticas – están formadas por un gran número de estrellas y un poco de polvo cósmico.
- Las galaxias irregulares – llamados así porque no tienen una forma definida.
Un ejemplo de una galaxia espiral es la Vía Láctea, el hogar del Sistema solar. Esta galaxia, insertada en el Grupo Local, se compone de aproximadamente 200 mil millones de estrellas, alrededor de 2 trillones de masas solares y diámetro de 100 mil años luz, es decir, un rayo de velocidad de la luz de 300.000 kilómetros por segundo tomaría 100 mil años en cruzar esta galaxia.