Las armas biológicas son las herramientas de agresión más temidas en la actualidad, porque son capaces de devastar varias sociedades contaminando el agua, el aire, la tierra y los alimentos. Son hechas a partir de toxinas, bacterias, virus, hongos u otros microorganismos que son fabricados en el laboratorio y dañan la salud humana.
En la actualidad existen productores de armas biológicas en lugares como Irak, Irán, Siria, Libia, India, Pakistán, China, Estados Unidos, Rusia, Corea del norte y Afganistán. Entre las armas biológicas más fabricadas armas están aquellas hechas a partir del ántrax, botulismo, ebola y viruela, porque resultan financieramente asequibles, fáciles de transportar y con gran poder devastador en pequeñas cantidades. Su uso planificado permite destruir grandes territorios, afectando a las poblaciones locales.
Estos patógenos cuando son inhalados, ingeridos y acceden a través de las vías cutáneas pueden actuar rápidamente en el cuerpo volviéndose extremadamente letal. Inicialmente individuos sienten los mismos síntomas de la gripe común, aunque con un desarrollo más rápido. Al cuadro clínico se suman dolores corporales generalizados, irritación de la garganta, tos sostenida, catarro y manchas sobre la piel.
La guerra motivada por razones políticas, religiosas o territorio es el argumento para su producción. Una vez distribuidas sobre un territorio, en función de las características del agente utilizado en la fabricación, es capaz de matar a miles de personas en pocos días. La intrigante producción de tales agentes químicos coloca en cuestión la falta de tratamiento para muchas enfermedades incurables, pues así como el hombre es capaz de producir agentes que matan debería ser también capaz de encontrar la fórmula de cura.
