Al estudiar el concepto de revolución, nos encontramos ante una interesante ‘crisis’ en el que no se puede realmente estar seguro de encontrar un consenso que permita dar un sentido unitario al significado del término palabra. Todo esto es debido a que las experiencias históricas que se definen como ‘revolucionarias’ no siempre son fiel reflejo de un diseño predeterminado.
A partir de ahí nos importa qué tipo de hechos históricos pueden ser considerados ‘revolucionarios’. El término revolución, a primera vista, se refiere a cualquier cambio radical drásticamente para llegar a los más variados aspectos de la vida en una sociedad.
De esta manera, nos damos cuenta de que no siempre la perspectiva histórica siempre está de acuerdo. Muchos historiadores se preocupan en reflejar los límites de una revolución en particular. Por lo tanto, crea una contradicción real, donde no sabemos con absoluta certeza si un hecho histórico fue o no revolucionario.
Según la interpretación marxista actual, una revolución sólo puede ser experimentada cuando todos los fundamentos que apoyan el ‘status quo’ de una sociedad quedan completamente invertidos. Con eso, tenemos que admitir que si las relaciones laborales, la jerarquía social, las prácticas económicas y hábitos diarios permanecen después de un cambio histórico, se excluye la posibilidad de una revolución.
Uno de los casos más notorios de este tipo de contradicciones se pueden observar en las revoluciones que ocurrieron entre los siglos XVII y XVIII. La caída del antiguo régimen favoreció el ascenso político de la burguesía, pero mantiene – en otros parámetros – la explotación de las clases trabajadoras. Aún así, muchos historiadores llaman estas transformaciones ‘revoluciones burguesas’.
Con esta incertidumbre, sólo reconocen la revolución ciertas corrientes históricas en un acuerdo muy preciso con los términos. Otros ya han relativizar el término, asumiendo que es imposible el estallido de una revolución total. A partir de estas diferentes concepciones, se crea un acalorado debate donde la gente está discutiendo la posibilidad de condiciones históricas que transforme de forma radical una sociedad o si toda y cualquier transformación puede ser llamada de revolucionaria.
Sería difícil poder promulgar una respuesta final a este debate acerca de las revoluciones. Sin embargo, nada se puede desacreditar a cierto tipo de conocimiento histórico sobre otro. Mientras tanto, podemos hablar de nuevas perspectivas en la pluralidad de perspectivas nuevas comprensiones de las más suaves o más agitadas experiencias históricas.