La masonería es una sociedad discreta, en la que hombres libres y de buenas costumbres, denominándose hermanos, dan culto a la libertad, la fraternidad y la igualdad entre hombres. Sus principios son la tolerancia, la filantropía y la justicia. Su carácter secreto se debe a las persecuciones, la intolerancia y la falta de libertad reflejada por los regímenes dominantes durante diferentes épocas. Hoy, con un ambiente más democrático, los masones prefieren mantenerse dentro de una situación discreta, extendiéndose por todos los rincones del mundo.
Siendo una sociedad iniciática, sus miembros son aceptados por invitación expresa e integrados a la hermandad universal, a través de una ceremonia denominada iniciación. Esta forma de entrada se repite a través de los siglos sin cambios y tiene un interesante contenido, lo que obliga al principio a meditar profundamente sobre los principios filosóficos que siempre inquietaron a la humanidad.
El neófito entra en la Orden con el grado de Aprendiz. Al recibir las instrucciones y enseñanzas, se sube al grado de Compañero y después del período de estudio alcanza el máximo grado de simbolismo, es decir, el Grado de Maestro Masón.
Los masones se reúnen para la práctica de sus rituales. Estos lugares están dirigidos por un maestro experimentado, conocido como Venerable Maestro. Sus ceremonias se celebran siempre en honor y homenaje a Dios, que llaman el Gran Arquitecto del Universo.
Sus enseñanzas se transmiten a través de símbolos dando así un conocimiento hermenéutico profundo y adecuado al nivel intelectual de cada individuo.
Los símbolos se toman de las primeras organizaciones masónicas, los antiguos maestros constructores de catedrales. Masón en francés significa albañil. Debido a este hecho, encontramos, reglas, compases, plazas, montantes, cinceles y otros instrumentos usados en la construcción civil para el desarrollo de catedrales y castillos. Los símbolos se utilizan para transmitir enseñanzas.
Por poseer un conocimiento ecléctico, la masonería busca en las más diversas vertientes sus verdades y experiencias, dando un carácter universal a su doctrina. La masonería no es una religión, pues el objetivo fundamental de toda sociedad religiosa es el culto a la divinidad.
Uno de los hitos básicos de la orden es que el hombre para ser aceptado debe creer en un principio creador independientemente de su religión. Por tanto, sus miembros profesan diferentes creencias.
