Las diferentes especies que forman parte de un ecosistema juegan diferentes roles dentro de la cadena alimentaria. Podemos empezar por las plantas, que producen su propio alimento utilizando sólo la luz solar, que las hace capaces de extraer sustancias inorgánicas, presentes en suelo y atmósfera, transformándolas en sustancias orgánicas.
Enseguida tenemos a los herbívoros, animales que se alimentan de vegetales solamente. Dentro de la cadena alimentaria son llamados de consumidores, pues se alimentan de los productores (nombre referido a las plantas por producir nutrientes).
Finalmente, dentro de esta división, se encuentran los animales carnívoros como leones, jaguares, leopardos y muchos otros que juegan el papel de depredador en la naturaleza. Los depredadores se alimentan de herbívoros, es decir, los consumidores. Después de digerir sus presas, los excrementos de estos animales se encuentran depositados en el suelo haciendo que los organismos descompositores (hongos y bacterias principalmente) concluyan el ciclo de la vida, es decir, estos organismos descomponen las sustancias orgánicas encontradas en las heces de estos animales y las transforma en sustancias inorgánicas, como ya vimos en el inicio. De ahí en adelante, las plantas, con la ayuda del sol, producen su alimento reiniciando el ciclo de la vida.
El equilibrio del ecosistema está profundamente ligado a la realización de todos estos pasos. Si cualquiera de estas especies llega a ser extinta, las otras no resistirán, una vez que sigue una relación de interdependencia, es decir, una depende sobre la otra para sobrevivir.
El desequilibrio del ecosistema es uno de los principales problemas ambientales de hoy. Con la extinción de algunos animales y plantas, está ocurriendo cada vez más problemas en las cadenas tróficas y, en consecuencia, daños irreversibles para el ecosistema. La caza furtiva de animales por el hombre, la contaminación del agua, del aire y de los ríos son factores decisivos que influyen en este problema ambiental.
