Nuestro sistema nervioso se divide en dos partes: sistema nervioso central (compuesto por el cerebro y la médula espinal) y el sistema nervioso periférico (compuesto de tejido nervioso situado fuera del sistema nervioso central).
La rama de la medicina que estudia el sistema nervioso se llama neurología.
Es en el sistema nervioso central donde se producen nuestros pensamientos, emociones y estímulos sensoriales quedando archivadas en la memoria.
El sistema nervioso periférico consiste en los nervios del cráneo y sus ramificaciones. Controla la entrada y salida de los estímulos nerviosos en nuestros órganos y sistemas. Se divide en el sistema nervioso somático, sistema autonómico y sistema nervioso entérico (funcionamiento involuntario).
El sistema nervioso somático (SNS) es responsable de la transmisión de información a nuestros sentidos (oído, vista, gusto, olfato) para el sistema nervioso central (SNC), y también para la conducción de los impulsos nerviosos desde el sistema nervioso central a los músculos esqueléticos. En el caso de respuestas motoras, esta acción es voluntaria, por lo tanto, se puede controlar conscientemente.
El sistema nervioso autónomo envía la información de los órganos viscerales, tales como el pulmón y el estómago, hasta el SNC. También envía impulsos nerviosos desde el sistema nervioso central al músculo liso, músculo cardíaco y glándulas. Su acción es involuntaria, pues no depende de nuestra voluntad. Por ejemplo, nuestro corazón sigue latiendo, incluso cuando estamos durmiendo profundamente.
El sistema nervioso entérico, situado en el intestino, controla todos los impulsos nerviosos que ocurren dentro de ella. Su funcionamiento también es involuntario, porque no podemos controlarlo.
En general, podemos entender que el sistema nervioso realiza muchas tareas en nuestro cuerpo, y que a través de los impulsos eléctricos que se producen entre sus miles de millones de neuronas, es capaz de conectar con todas las partes de nuestro cuerpo.
