El insomnio se caracteriza por la falta de sueño o por una prolongada y gran dificultad para dormirse.
Entendiendo el insomnio
Esta falta de sueño cuenta con tres características fundamentales: dificultad para conciliar el sueño, dificultad para quedarse dormido y despertarse temprano y no poder volver a dormir otra vez.
Cada una de estas características viene en un determinado momento de insomnio, por ejemplo, la dificultad para dormir generalmente se produce en su etapa inicial.
La dificultad para permanecer dormido, por un horario continuo, ya indica una fase intermediaria. El insomnio conocido como terminal es aquel donde el individuo despierta precozmente y no consigue volver a conciliar el sueño.
Es sabido que en muchas ocasiones el insomnio puede ser provocado por situaciones desencadenantes, entre ellos factores físicos y psicológicos.
Entre las causas físicas pueden considerarse excesiva luz incluso cuando está en la parte exterior de la habitación, cama incomoda y cualquier enfermedad respiratoria, pues generan dificultad a la respiración provocando incomodidad. La contaminación acústica, es decir, vivencia en ambientes con altos niveles de ruidos, puede también desencadenar insomnio. Los motivos psicológicos (estrés, depresión, preocupaciones excesivas, obsesiones, situación financiera, emociones intensas como alegría, ansiedad…) son otros factores destacados.
Una buena medida para ablandar los cuadros de insomnio es tratar de calmar la mente, realizar actividades físicas preferentemente en horas de la mañana, no tomar café o cualquier otra sustancia estimulante antes de dormir, practicar relajación respiratoria, entre muchas otras.