Entendemos por el absolutismo, el régimen político que se caracteriza por la suprema autoridad del Estado y la concentración del poder en manos de los reyes. Este régimen prevaleció en la mayoría de los países europeos entre los siglos XVI y XVIII. Durante este período, las acciones del rey no sufrirían ningún tipo de control y, en la práctica la autoridad real era limitada. El rey era el juez supremo y tiene derecho a imponer su voluntad a toda la población del reino.
Es de importancia fundamental para la concentración real del poder de la alianza entre el rey y la burguesía que había estado ocurriendo desde la Edad Media. Esta alianza es fundamental para la política de centralización en la que apoyaba la capital de la burguesía.
Los reyes fueron capaces de formar un ejército de mercenarios para luchar contra los ejércitos privados de la nobleza, fortaleciendo así su poder personal. En el Estado absolutista, la sociedad se organizó en tres órdenes sociales o estados, que se enumeran a continuación.
- a) En el primer Estado se encontraban las capas sociales integradas por el clero.
- b) En el segundo Estado se daba la nobleza.
- c) En el tercer Estado, la burguesía y el pueblo en general.
Los reyes controlaban a la nobleza y la burguesía para mantener definitivamente asegurada a la concentración de poder en sus manos, sosteniendo el equilibrio de poder entre los dos órdenes sociales. A su vez, los reyes reservaban para la nobleza las funciones administrativas, los comandos, las pensiones militares, etc que les garantizaba una vida suntuosa en la protección real. Por otra parte, en su lucha constante contra la burguesía, la nobleza necesitaba el apoyo del favor real y mantener su estatus. La inestabilidad política en Europa durante la transición a la edad moderna había contribuido a que el poder estuviera centralizado en las manos de los reyes.