La crisis del Imperio Romano dio un nuevo marco de situaciones históricas que han marcado el final de la Edad Antigua. La insostenibilidad del sistema esclavista y el debilitamiento de los ejércitos han abierto las puertas para otros pueblos en el decadente mundo romano.
Fue en este contexto que surgieron los llamados bárbaros en el paso de la edad medieval. Los romanos, para la burla de la cultura de estos pueblos, los llamaron bárbaros. A diferencia del juicio de la cultura romana, los bárbaros se componen de una amplia variedad de personas con diferentes costumbres. Al invadir los dominios romanos, los bárbaros transformaron y, al mismo tiempo, crearon nuevas instituciones políticas, económicas y culturales. Bajo este aspecto económico, los germánicos adoptaron los intercambios naturales y el uso colectivo de la tierra. Tal característica debilitó las intensas relaciones comerciales desarrolladas durante el Imperio Romano.
Con la contracción del comercio, las actividades agrícolas, la caza y la pesca tuvieron gran protagonismo. Las tierras pertenecían a un jefe guerrero que coordinaba el proceso de explotación de la misma. Mujeres y esclavos eran responsables por el cultivo y pastoreo. Sin desarrollar una lujosa cultura material, los germánicos utilizaban ropas hechas a partir de la piel de los animales y residían en cabañas rústicas. Los pueblos germánicos tenían una organización social patriarcal.
El hombre ocupó el puesto de jefe de familia responsable de las principales decisiones relativas a la casa, los conflictos y las tierras. Sin depender de bases políticas centralizadas, las tribus germánicas gozaron de gran autonomía política. Sólo en ciertas ocasiones, tales como durante una guerra, las tribus sellaban acuerdos entre sí mismas. Uno de los grandes rasgos de la cultura germánica se desarrollaba entre el jefe militar y sus guerreros. En tiempos de guerra, los soldados y jefes militares formaban el comitatus. El comitatus consistía en una relación de fidelidad donde el comandado juraba total obediencia al jefe militar, que se comprometía en proteger a sus soldados.
La religión de los pueblos germánicos se caracterizó por la adoración de varios dioses y algunos elementos de la naturaleza. Odín era uno de los principales dioses germánicos. Además, el pensamiento religioso germánico predicaba la fe en un paraíso más allá de la vida llamado de Valhalla. Ese paraíso abrigaba a los grandes guerreros que tenían una vida de placeres al lado de las valkirias, un grupo de jóvenes guerreras vírgenes.
Durante toda la Alta Edad Media, varios reinos germánicos se formaron por toda Europa. A partir del siglo V, la fusión entre los trazos de la cultura germánica y algunas costumbres de la cultura romana dio formas al mundo medieval. Las relaciones de fidelidad y la predominancia de las actividades agrícolas de subsistencia son parte del legado germánico en el periodo medieval.
