Este protocolo, llamado Protocolo de Kioto, tiene por objeto establecer los acuerdos y los debates internacionales para fijar conjuntamente las metas para reducir la emisión de gases de efecto invernadero en la atmósfera, principalmente de los países industrializados, y crear formas de desarrollo de manera menos perjudicial para los países en desarrollo.
A través de la aplicación del Protocolo de Kioto en relación a la reducción de gases de efecto invernadero, se establecieron una serie de objetivos en torno al 5,2% entre los años 2008 y 2012. El Protocolo de Kioto se llevó a cabo de manera efectiva en 1997 en la ciudad japonesa de Kioto, lugar desde el que se originó el nombre del paquete de medidas. En la reunión, 84 países estaban dispuestos a adherirse al Protocolo firmado y por lo tanto se comprometieron a aplicar medidas destinadas a reducir las emisiones de gases de efecto invernadero.
Las metas de reducción de gases de efecto invernadero no son homogéneas para todos los países, colocando diferentes niveles de reducción para los 38 países que emiten la mayoría de los gases. El protocolo de Kioto también prevé la reducción de las emisiones de los países que integran la Unión Europea en un 8%, en los Estados Unidos en un 7% y en Japón en un 6%. Rápidamente a los países en desarrollo como Brasil, México, Argentina, India y especialmente China, no han recibido los objetivos de reducción, al menos momentáneamente.
El Protocolo de Kioto no sólo analiza y aplica medidas para reducir los gases de efecto invernadero, sino que también fomenta y establece medidas destinadas a sustituir los productos derivados del petróleo, causando un menor impacto. Teniendo en cuenta los objetivos establecidos, el mayor emisor del mundo, los Estados Unidos, renunció en 2001 al Protocolo, con el argumento de que la reducción podría poner en peligro el desarrollo económico del país.
