El magnetismo es una propiedad de los átomos que se deriva de su estructura atómica. Es el resultado de la combinación del momento angular orbital y del momento angular de spin del electrón. La forma en que ocurre la combinación entre esos momentos angulares determina cómo el material se comportará en la presencia de otro campo magnético. Es de acuerdo con ese comportamiento que las propiedades magnéticas de los materiales son definidas. Ellas pueden ser clasificadas en tres tipos: diamagnéticos, paramagnéticos y ferromagnéticos.
Diamagnéticos: son materiales que, si son colocados en presencia de un campo magnético externo, establecen en sus átomos un campo magnético en sentido contrario al que fue sometido, pero que desaparece una vez que el campo externo es removido. En razón de ese comportamiento, ese tipo de material no es atraído por imanes. Son ejemplos el mercurio, el oro, el bismuto, el plomo y la plata.
Paramagnéticos: pertenecen a ese grupo los materiales que poseen electrones desemparejados, que, al ser sometidos a un campo magnético externo, quedan alineados en el mismo sentido del campo al cual fueron sometidos, que desaparece una vez que el campo externo es retirado. Son objetos débilmente atraídos por los imanes como: aluminio, sodio, magnesio, calcio…
Ferromagnéticos: cuando estos materiales se someten a un campo magnético externo, adquieren campo magnético en el mismo sentido del campo al cual fueron sometidos, que permanece cuando el material es removido. Es como si poseyeran una memoria magnética. Ellos son fuertemente atraídos por los imanes, y ese comportamiento es observado en pocas sustancias, entre ellas están: hierro, níquel, cobalto y algunos de sus compuestos.