Presidente vitalicio es un título asumido por algunos dictadores para eliminar los límites de tiempo de su administración, con la esperanza de que su autoridad y legitimidad nunca sean disputadas. El primer incidente conocido de un líder en extender su mandato por tiempo indefinido fue dictador romano Julio César, que se hizo “Dictador Perpetuo” (mal traducido comúnmente como dictador vitalicio) en el 45 a.C. Originalmente, la oficina del dictador sólo podía ser ejercida por seis meses en Roma y solamente en casos de estados de emergencia. Sus acciones más tarde serían imitadas por el líder francés Napoleón Bonaparte, quien fue nombrado primer cónsul vitalicio en 1802. Desde entonces, muchos dictadores han tenido títulos similares.
Irónicamente, la mayoría de los líderes que se proclamaron presidente vitalicio no tuvieron un mandato permanente. La mayoría habían sido depuestos mucho antes de su muerte. Pero algunos, como José Rafael Carrera Turcios, François Duvalier, Saparmurat Niyazov, José Gaspar Rodríguez de Francia y Josip Broz Tito lograron mantenerse en el poder hasta su muerte.
Algunos presidentes autoritarios que han servido durante mucho tiempo, como Kim Il-sung en Corea del Norte, a menudo son considerados como presidentes vitalicios, en realidad pasaron por diferentes y periódicas renovaciones de mandato de larga duración que son consideradas como elecciones fabricadas, es decir, votaciones amañadas o manipuladas. Tras la muerte del líder coreano, el gobierno lo declaró como ‘presidente eterno’ en la constitución.
Otros han hecho intentos fallidos de ser nombrado presidentes vitalicios, como Mobutu Sese Seko de Zaire en 1972. En particular, George Washington rechazó todos los intentos que permitían hacer presidente vitalicio. Esta institución en particular, tal como fue diseñada por sus partidarios, fue, sin embargo, bastante diferente de uso moderno, y es un intento de establecer una monarquía constitucional electiva.
Un presidente vitalicio puede ser considerado como un monarca por sus características inherentes. De hecho, además del título, en la ciencia política a menudo se enfrentan a dificultades en la diferenciación de un estado gobernado por un presidente vitalicio (sobre todo aquel que hereda el trabajo de una dictadura familiar) y una monarquía.