Cuando hablamos de los gitanos, generalmente son asociados a la idea simplista de que son un pueblo de costumbres excéntricas y que creen en predecir el futuro. Para algunos, los gitanos son descendientes de los antiguos egipcios, como el origen del término se nombra que este grupo estaría vinculado a la expresión egipciano. Sin embargo, varios expertos en el tema descalifican esta teoría fantasiosa señalando que éstos serían del norte de la India y Pakistán.
Con el tiempo, observamos que los gitanos fueron víctimas de las persecuciones más violentas y crueles. El último evento que ejemplifica esto ocurrió en la Alemania nazi, cuando miles de personas pertenecientes a este grupo fueron perseguidos, encarcelados y asesinados por el régimen de Adolf Hitler. De hecho, este mismo tipo de lucha estaba pasando desde los tiempos de la Europa moderna.
Suiza, alrededor de 1470, sería una de las primeras naciones en introducir leyes en contra de la presencia de los gitanos en sus dominios. En la Península Ibérica, el proceso de expulsión de los árabes también simultáneamente fue acompañado por la persecución de los gitanos. A lo largo de la dinastía Tudor en Inglaterra, las leyes determinan de enorme gravedad descendencia de un gitano, siendo motivo suficiente para que el acusado fuese condenado a muerte.
Incluso hoy en día, varias historias fantasiosas y falsedades sugieren que los gitanos son poco confiables y personas que siempre están involucrados en algún tipo de ilegalidad. Para algunos historiadores, esta visión negativa del pueblo gitano se encuentra en los valores medievales. En ese momento, los gitanos sobrevivieron promoviendo entretenimiento ambulante, trabajando en la venta de carnes o como herreros.
En la edad media, en algunas localidades, la diversión y la risa fueron condenadas como manifestaciones demoniacas que alejaban al hombre de los principios cristianos. Al mismo tiempo, hubo una serie de leyendas que reforzaron el distanciamiento. En una de ellas, decían que el herrero que fabricó los clavos que fijaron a Jesucristo era gitano. De este corolario de los mitos, la población gitana se asoció con el estigma de los prejuicios.
Si la vida errante y exotismos reforzaron la condena, también tomamos en cuenta que la postura del pueblo gitano alimentaría tales ideas. Portadores de tradiciones, costumbres y lenguaje propio (lengua indoeuropea conocida como romaní), los gitanos desaprobaron cualquier implicación más íntima entre un gitano y un no gitano. En algunas situaciones, el contacto con extranjeros resultó en la expulsión del grupo bajo la acusación de traición.
Con el fin de la Segunda Guerra Mundial, una gran parte de la población gitana emigró a los Estados Unidos – que hoy aglomera aproximadamente un millón gitanos. Unos 8 millones viven en Europa y, hoy, forman la minoría más grande sin un país de todo el Viejo Mundo. A pesar del destino incierto, algunas porciones de Rumanía y Macedonia ya reconocen la presencia de este grupo étnico y cultural.
