Explicar la dicotomía acerca de los maleficios de los alimentos fritos no es tarea sencilla, pero vamos a intentar poner algunos puntos sobre las íes.
¿Por qué son los fritos tan populares? Porque son una forma rápida de cocinar la comida.
¿Por qué a la mayoría de gente le gusta? Porque son una confección moderna.
¿Por qué una alta incidencia en niños y adolescentes? Por qué están asociadas con productos de gran aceptación en el mercado, ya sea por su modernidad, ya sea mediante campañas que son adyacentes.
¿Por qué los fritos son malos para el organismo? Porque añaden gran cantidad de grasa a los alimentos. Asimismo, son más difíciles de digerir. Al freír las grasas son sometidos a altas temperaturas, degradándose y convirtiéndose en compuestos dañinos, de naturaleza cancerígena.
Estas son razones más que suficientes para evitar este tipo de confección. Sin embargo, no es posible eliminar los fritos ya tan arraigados en nuestra dieta. Así, cuando hagamos fritos debemos:
- Usar utensilios antiadherentes permitiendo menos utilización grasa, sin correr el riesgo de que los alimentos ‘agarren’.
- Utilizar aceite de oliva, aceite de maní o manteca de cerdo, que soportan temperaturas más altas.
- Freír a una temperatura constante, de aproximadamente 180°C.
- Utilizar grasa para freír sólo una vez.
- Cortar los alimentos, particularmente las patatas, lo más gruesamente posible para así absorber menor grasa.
- Usar pescado y carnes magras.
- Aguar lo más posible la masa para empanadas, bacalao o productos similares, para impedir la entrada de grasa.
- Después de freír, colocar los alimentos sobre papel de cocina para eliminar cualquier exceso de grasa.
- Rechazar la capa de los empanados por estar impregnada de grasa.
- Retirar las piezas fritas que fueron quemadas.
- Acompañar a la fritura de alimentos cocinados y ensaladas.
Si no consigues abdicar de los frutos en la alimentación regular, trata, por lo menos, de seguir algunas de estas reglas.