Probablemente has visto en programas de televisión que en países fríos, como en los Estados Unidos, en Canadá o en países europeos, donde el invierno es muy estricto, generalmente arrojan sal (cloruro de sodio – NaCl) sobre el lecho de las calles y carreteras consideradas prioritarias al tránsito.
¿Por qué se hace esto? ¿Qué alteraciones provoca la sal en las propiedades de la nieve (agua en estado sólido? En realidad, no es solo cloruro de sodio lo que es echado, sino que él es mezclado con arena. Se suele usar también cloruro de calcio (CaCl2). Cada uno de estos componentes posee una función definido que son muy eficientes para tratar el problema de la nieve en las carreteras.
El cloruro de sodio tiene la capacidad de bajar el punto de congelación del agua, que al nivel del mar es de 0ºC. Así, si es añadida apenas la sal, el hielo se derretirá, pues sería preciso que él quedase todavía ‘más frío’ para congelar nuevamente.
Esa es una propiedad denominada coligativa denominada de crioscopia, que dice que cuando añadimos un soluto no volátil a un solvente, disminuye su punto de congelación, pues las interacciones entre las partículas disueltas y las moléculas del solvente (en el caso, el agua) impiden que las moléculas de agua se organicen y formen la estructura sólida.
El cloruro de sodio forma con el agua una solución de punto de solidificación menor que la del agua pura. Es también debido a eso que muchas personas tiran sal en el hielo cuando quieren congelar bebidas más rápidamente.
Además, esta propiedad también explica el hecho de que el agua de los océanos no se congele totalmente, incluso en lugares muy fríos con temperaturas por debajo de 0ºC. Eso se da porque el agua del mar posee sales disueltas que disminuyen su temperatura de congelación. Las capas de hielo formadas y los icebergs son, en realidad, agua dulce que se congeló.
Volviendo al caso de carreteras, ¿cómo actúan el cloruro de calcio y la arena? Bueno, la disolución del cloruro de calcio es exotérmica, es decir, libera calor para el medio ambiente y, por tanto, hace la solución ‘más fría’.
Arrojar estas sales (cloruro de sodio y cloruro de calcio) en las calles y las carreteras impide la formación de las capas de hielo. Sin embargo, esto también provoca una disminución en el coeficiente de fricción o de rozamiento y, por consiguiente, un mayor riesgo de accidente.
Por eso se agrega la arena (dióxido de silicio). Ella aumenta la adherencia del neumático al suelo, reduciendo el riesgo de derrape.