La amalgama dental utilizada en restauraciones dentales posteriores es una aleación metálica compuesta de 29,9% plata (Ag), 7,33% de estaño (Sn), 4,55% de cobre (Cu), 0,39% de zinc (Zn) y 43,1% de mercurio (Hg). Actualmente, existen otros tipos de resinas poliméricas que se utilizan en lugar de amalgama para empastes.
Quien tiene amalgama en los dientes probablemente ya debe haber experimentado una sensación poco agradable cuando algún papel de aluminio se queda pegado en esa unión (como ocurre, por ejemplo, cuando se muerde accidentalmente el empaquetado del chocolate). Ese dolor agudo puede ser explicado a través de la electroquímica, que tiene como uno de sus objetos de estudio la producción de corriente eléctrica a través de reacciones de oxidación-reducción (pilas).
Ese dolor es provocado por el establecimiento de una especie de pila en nuestra boca que conduce corriente eléctrica por las terminaciones nerviosas de los dientes.
Empastes dentales hechos con combinación de metal
Una pila está formada básicamente por dos electrodos, el ánodo (polo negativo), que se oxida y pierde electrones y el cátodo (polo positivo), que se reduce, recibiendo los electrones transferidos por el ánodo. Además de los electrodos, es necesario también un puente salino.
Cuando tenemos un metal en cada electrodo, el metal que tiene mayor potencial patrón de reducción (E0) será el cátodo, dado que es el mejor oxidante. Cuando analizamos el aluminio en comparación con todos los metales que componen la amalgama, vemos que en todos los casos es el metal que tiene un patrón de menos potencial de reducción (E°=-1,66 V), por lo que siempre será el que va a oxidar y actuar como agente reductor, esto es, él perderá electrones y actuará como un ánodo.
Por lo tanto, cuando aluminio entra en contacto con los metales de la amalgama, éste se convierte en el ánodo que transfiere electrones a los iones de metales de la amalgama (Ag+, Sn+, Hg+, Cu2 o Zn2), que se convierte en el cátodo.
La saliva sirve como puente salino conduciendo los iones del aluminio para la reparación y, de ahí, a las terminaciones nerviosas.