Es muy común que en una situación de vergüenza, una persona que se siente avergonzada quede con su cara enrojecida y sentir el rostro calentarse y quedarse rojo, especialmente en la zona de las mejillas.
La ruborización, como se llama ese enrojecimiento por vergüenza, es ordenada por el sistema nervioso simpático. Es una reacción involuntaria, es decir, no hay manera de inducirse y sólo se produce en situaciones donde uno se siente avergonzado.
Cuando ocurre una situación incómoda, el organismo del individuo libera adrenalina, una hormona que actúa como estimulante natural generando una variedad de efectos, entre ellos el rubor. La adrenalina, cuando es accionada, acelera la respiración y el ritmo cardíaco, además de dilatar las pupilas y retardar el proceso digestivo de manera que la energía sea direccionada para sus músculos. Ese conjunto de efectos son los que generan el choque que el individuo siente cuando se siente avergonzado. Esta hormona también hace que los vasos sanguíneos se dilaten con el fin de facilitar el flujo de sangre y suministro de oxígeno, lo que resulta en la ruborización facial.
Hay una señal del transmisor químico adenilil ciclasa (AC) (EC 4.6.1.1) que da la orden a las venas de la cara a permitir que la adrenalina trabaje, esto es, hacer que las venas se dilaten permitiendo el flujo de más sangre del regular, dejando la cara con un tono enrojecido tan característico.
Típicamente, los vasos sanguíneos superficiales de la dermis son sensibles a la adrenalina, pero las venas no lo son, como por ejemplo, en otras regiones del cuerpo donde la adrenalina es liberada y las venas no reaccionan. Hay otras circunstancias en que las mejillas quedan enrojecidas, como, ingerir bebidas alcohólicas. Sin embargo, la ruborización desencadenada por efectos de la adrenalina es exclusivamente provocada por la ruborización.
Hay un método quirúrgico llamado simpatectomía endotorácica que limita la ruborización en el rostro del individuo.