La pigmentación de los dientes puede ocurrir dentro de la estructura del diente (pigmentación intrínseca) o en la superficie externa del esmalte (pigmentación extrínseca).
La pigmentación intrínseca no puede eliminarse con una limpieza de los dientes y tiene diversas causas: fluoruro en exceso, ingesta de tetraciclina (antibiótico) y trastornos genéticos.
La pigmentación extrínseca puede quitarse por una limpieza a realizar por el dentista. Ciertos alimentos (especias, té, café), tabaco (ahumado y masticado) y ciertos medicamentos (hierro) están en la raíz de este tipo de pigmentación, y una higiene bucal deficiente agrava este problema.
En los niños, también existe otra causa para esta pigmentación externa: la pigmentación negra fisiológica. Este tipo de pigmentación es muy común en los niños y desaparece con el crecimiento. Se debe a la instalación de los microorganismos oportunistas (hongos) como consecuencia de la insuficiente maduración salival a esa edad.
En los niños, esta inmadurez fisiológica es, por lo tanto, propia de la edad. Entre 6 y 8 años de edad, momento en el que ya se debe completar la maduración salival, este pigmento deja de formarse. Por desgracia, incluso si llega la maduración salival nada debe hacerse para prevenir su ocurrencia.
La limpieza remueve fácilmente este pigmento, sin causar dolor y sin dañar los dientes, incluso cuando se repite a menudo. Sin embargo, el problema es sólo estético, no estando asociado al aumento de las caries dentarias, ni a cualquier otra enfermedad. Habitualmente son necesarias varias limpiezas, ya que este pigmento tiene tendencia a reaparecer poco después de su eliminación y hasta el momento en que el niño alcanza la completa maduración salivar. El único inconveniente que podrá resultar de la realización periódica de este tipo de limpiezas es su coste monetario.
