El 11 de noviembre de 1918, después de la caída de la monarquía en Alemania, el nuevo gobierno republicano, encabezado por el Partido Socialdemócrata, concluyó con los aliados del armisticio de Compiègne. Quedaba confirmado así, de esa forma, la derrota oficial de Alemania en la Primera Guerra Mundial. Poco después, el humillante Tratado de Versalles imponía a Alemania cláusulas que reducirían su área territorial y arrasaron su economía. Es en ese contexto que se desarrolla el nazismo en Alemania, la forma más extrema, acabada y típica del fascismo.
En 1918, el sector más radical del Partido Socialdemócrata, la Liga Espartaquista (Spartakusbund, en alemán), rompió con el sector moderado y fundó el Partido Comunista. En 1919, los Espartaquistas provocaron en Berlín una insurrección contra el gobierno social demócrata. El levantamiento fracasó, resultando en la ejecución de sus principales líderes, Karl Liebknecht y Rosa Luxemburgo.
Eliminados los radicales, los socialdemócratas y sus aliados de los partidos moderados intentaron imprimir las bases de un régimen democrático similar a los británicos y los franceses sobre Alemania. En febrero de 1929, fue elegida una Asamblea Constituyente, formada por la mayoría socialista, que se reunió en la ciudad de Weimar. Fue redactada una Constitución que entró en vigor en septiembre de este año y designado el presidente de la llamada República de Weimar.
Sin embargo, la derrota en la guerra, la humillación y las dificultades impuestas por el Tratado de Versalles, la consecuente crisis económica y financiera, el miedo generado por las agitaciones sociales pusieron al gobierno socialdemócrata en una situación incómoda, presionada por diversos sectores de la sociedad.
Fundación del nuevo partido
En estas condiciones, en 1919, se fundó en una cervecería en Munich un partido semejante al fascista de Italia. Un año después, ese partido asumía el nombre de Partido Nacional Socialista de los Trabajadores Alemanes a Partido Nazi.
El ex-cabo del ejército, Adolf Hitler, tomó la dirección del partido. En su libro Mein Kampf (Mi lucha), Hitler sistematizó los principios fundamentales de la ideología nazi: rechazo al Tratado de Versalles, antisemitismo, anticomunismo, nacionalismo exacerbado, Estado totalitario, superioridad de la raza alemana, necesidad de expansión territorial (espacio vital).
En medio de la caída de la producción, el desempleo, la inflación y el alto costo de la vida, los nazis intentaron tomar el poder mediante un golpe de Estado. En 1923, la ocupación por parte de Francia de la región industrial del Ruhr planteó la crisis hasta niveles insostenibles. El número de desempleados alcanzó 5 millones de personas, la inflación devaluaría el marco (divisa alemana) hasta el punto de un dólar valer ocho mil millones de marcos. En noviembre, Hitler lideró el Putsch (golpe) de Munich. El intento fracasó y Hitler, junto a otros líderes, fue condenado a cinco años de prisión, siendo liberado después de 12 meses.
El período de 1924 a 1929 se caracterizó por una recuperación económica y financiera de Alemania y un reflujo del movimiento nazi en Alemania con sus terribles consecuencias para el panorama europeo.