En el siglo XVIII, el proceso de industrialización condujo a numerosos cambios en Europa y asistimos a la formación de un nuevo arte, el Art Noveau. Pronto, los centros urbanos fueron tomados por los trabajadores que asumieron sus puestos de trabajo en las fábricas. La rutina de millares de personas era ahora marcada por un jornal y subordinada a las tareas de las máquinas. Paralelamente, la tecnología hizo posible la producción en masa de las mercancías a ser consumidas en distintos lugares del mundo.
A lo largo de este proceso, se observa el nacimiento de un gran interés en la conciliación de las exigencias crecientes de las industrias manufactureras y las limitaciones impuestas por la artesanía. La fabricación a gran escala podía, cada vez menos, fijarse al detallismo y la perfección de la artesanía. Alrededor de 1830, el gobierno británico animó la creación de escuelas para preparar a los profesionales del diseño comprometidos con el desarrollo de un diseño combinado con la producción industrial.
En la medida en que estas situaciones ganaron público, observamos la manifestación de varios críticos hostiles al proceso de interferencia del capitalismo industrial dentro del mundo del arte. Para muchos de ellos, la estandarización esperada por la Revolución Industrial vendría a determinar un serio atentado contra las formas libres y originales que guiaron el modo de preparación artístico a lo largo de los siglos. Con todo, podemos contemplar que los orígenes del Art Nouveau se imponen como una respuesta a los dictados de la emergente sociedad industrial.
John Ruskin (1819 -1900), uno de los críticos de arte más influyentes en Inglaterra, sobresalienta en la época como defensor del arte inspirado en el trabajo de los artesanos durante el periodo medieval. Él combatió fuertemente contra las normas arquitectónicas de la época y destaca que la manutención de un arte genuino y auténtico únicamente sucedería en función de la libertad creativa. Sin duda, podemos destacar claramente que las reflexiones de Ruskin tendrían un gran peso para que el Art Nouveau se firmase entre las décadas de 1890 y 1910.
Influido por los ideales de Ruskin, el joven arquitecto y sociólogo William Morris (1834 -1896) intenta repensar los límites entre el arte y la artesanía, encaminadas a luchar contra la divulgación de contenido artístico realizado por la Revolución Industrial. En el tiempo trabajado en la empresa de George Edmund Street, el joven William vio que la denegación de la demanda industrial era imposible. Se abre así el camino para la síntesis entre el arte y la industria que marcó la era del Art Nouveau.
Con el tiempo, una nueva generación de diseñadores y artesanos se apropiaron del material popularizado gracias a la industrialización para diseñar un nuevo tipo de concepción de diseño. Influenciado por el movimiento de las Artes y de los Oficios (iniciado por William Morris), las artes decorativas, los manuscritos iluminados medievales y el arte oriental, estos artistas de finales del siglo XIX organizaron las nuevas concepciones de los ornamentos y las formas arquitectónicas para definir cuales serían los preceptos del Art Nouveau.