Desde el punto de vista histórico, se observa que el desarrollo de la tecnología fue en gran parte responsable de los logros que facilitaron la vida cotidiana del hombre. En contrapartida, vemos que este mismo proceso de desarrollo tecnológico del hombre también fue capaz de desarrollar armas con un poder de destrucción cada vez mayor. A partir del siglo XVIII, vemos que los ejércitos y el conflicto entre las naciones exterminaron a miles de personas a la vez que diezmaron a la población humana.
Alrededor de 1858, Italia fue el blanco de varios conflictos que marcaron la unificación del país. En ese momento, las tropas italianas y francesas lideradas por Napoleón III, se unieron para derrotar a las fuerzas austriacas que gobernaron el reino de Piamonte. A finales de junio de ese año, la batalla de Solferino había dejado un terrible saldo de cinco mil soldados muertos. Además, más de cuarenta mil heridos fueron abandonados a su suerte.
En la visita, el comerciante y diplomático suizo Henry Dunant quedó horrorizado por el resultado de esa batalla sangrienta y sombría. Tratando de resolver el problema, movilizó a un grupo de voluntarios necesarios para ayudar a las víctimas en ambos lados del conflicto. Haciendo caso omiso de la ceguera del espíritu nacionalista, recaudó fondos y esfuerzos para salvar miles de vidas afectadas por la guerra. Después de eso, este problema continuó perturbando las inquietudes de Henry Dunant.
En el año 1862, de regreso a su ciudad natal, Ginebra, Henry Dunant publicó el libro ‘Recuerdo de Solferino’. En esas páginas narraba los horrores y las increíbles experiencias de salvación vividas en Italia. Además de eso, también registró la necesidad de crear un gran comité de voluntarios que socorriera a las personas heridas en guerra y la realización de un gran acuerdo internacional capaz de reconocer la acción humanitaria de esos mismos comités.
En 1863, la publicación de la obra a otros entusiastas a unirse a la misma causa. Ese mismo año, otras figuras políticas importantes de Suiza se unieron a Dunant y crearon el Comité Internacional de Socorro a los Heridos, inicialmente formado por sólo dieciséis países. Ya en su primera convención, los participantes pactaron la creación del Comité Internacional de la Cruz Roja. El símbolo de la cruz tendría la función de poner de relieve el ejército de salvación de los soldados en guerra.
Con el paso del tiempo, el desarrollo de otros conflictos importantes allí, incluyendo las dos guerras mundiales, hizo que la Cruz Roja adquiriera cada vez más prestigio. Ya en 1901, Henry Dunant recibió el mérito a su trabajo al recibir el Premio Nobel de la Paz. No limitándose a Occidente las funciones ejercidas por la Cruz Roja, dieron origen al Media Luna Roja, una variación islámica de la entidad.
Además de ser reconocido por sus servicios de forma voluntaria, la Cruz Roja también fue un área de gran importancia para pensar en los principios éticos de los conflictos militares. A lo largo del siglo XX, varios convenios internacionales discutieron y formalizaron las convenciones que trataban al respecto del tratamiento reservado a los civiles y militares envueltos en situación de guerra. Actualmente, cerca de 180 diferentes entidades representan o trabajan en colaboración con la Cruz Roja.